Charla en la Villa de Vallecas

El 21 de enero ha tenido lugar, en la Biblioteca Pública Luis Martín Santos de la Villa de Vallecas, la proyección de Brigadistas.  Solidarios de leyenda, producido por la AABI. Este documental repasa la historia de las Brigadas Internacionales tratando temas como la gestación de las mismas, su participación en diferentes escenarios bélicos, su disolución, etc. También se muestran los trabajos que la AABI realiza para mantener viva la memoria de aquellos Voluntarios de la Libertad. 

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Previamente a dicha proyección, nuestro compañero Paco Gómez dio una breve charla sobre la figura del General Walter, ya que en el vestíbulo de esta biblioteca se halla ahora mismo expuesta una muestra de las fotografías del archivo personal del General Walter que fue legado a la AABI por sus herederas. A propósito de este acto, Paco nos ha remitido el siguiente escrito:

Madrid, qué bien resistes, mamita mía

Los últimos rayos de sol de esta tarde  se alargan un poco más gracias a los ventanales de la biblioteca. La luz se fija en uno de los carteles rojos de la exposición “Brigadistas”, e impresos en él los versos de Rafael Alberti:

Venís de muy lejos… mas esta lejanía,
¿qué es para vuestra sangre, que canta sin fronteras?
……
Madrid con vuestro nombre se agranda y se ilumina.

 

Son los hombres de las Brigadas Internacionales. De los rostros anónimos de las fotografías no debe quedar ninguno con vida. Ahora son parte de una exposición en la Biblioteca Luis Martín Santos de Villa de Vallecas. En este lugar, ¿Por qué no en el mismo suelo de este edificio o sus contornos? tuvieron estos hombres una presencia real y, a pesar de su derrota, el tiempo no ha podido con ellos y menos con sus ideas.

Desde el papel sus miradas aún preguntan a quienes miramos. Habían venido desde muy lejos y ahora, casi ochenta años después, volvían a estar presentes.

En aquellos años la antigua carretera de Valencia partía de la Glorieta de Atocha, transcurría por las que son ahora Avda. de Ciudad de Barcelona y Avda. de la Albufera para llegar a Puente de Vallecas, barrio de gente humilde y trabajadora, de casas bajas y calles de tierra, embarradas con la lluvia y polvorientas con el calor en verano. Luego sin el firme adoquinado subía hasta el Alto del Arenal y desde allí descender hasta el pueblo de Vallecas, pasar al lado de su iglesia y en bajada suave hacia la vaguada del Jarama. En sus proximidades también lucharon estos hombres el mes de febrero del 37, para mantener libre esta vía que hacía posible la comunicación con Levante. Lo lograron. Madrid terminaba entonces, pasado el Puente de Vallecas y, a partir de lo que es ahora Nueva Numancia, tierras de labor, duras  y poco productivas trabajadas por pequeños propietarios y jornaleros.

El ferrocarril a Barcelona salía de la estación de Mediodía en Atocha, pasaba por los apeaderos del pueblo de Vallecas y Vicálvaro, antes de encaminarse por el corredor del Henares hacia Guadalajara. Era el mismo trazado que el actual con leves modificaciones. Entonces al lado de la estación estaban los talleres de mantenimiento de trenes y vías y, desperdigadas a lo largo del trayecto, casas muy modestas del barrio de Picazo -el actual Entrevías- y sin apenas servicios. Las torres de las iglesias indicaban la localidad, más que las propia pequeñez de las estaciones.

Madrid ahora, se ha extendido hasta quedar unido, casi en su totalidad, a Villa de Vallecas y , aunque el crecimiento vertical nos hace perder la perspectiva, todavía se distingue con claridad el cerro de Almodóvar, al lado de la población, a la izquierda de la autovía de Valencia -salida desde Madrid- y próximo a las vías del tren. El cerro fue visitado por los artistas plásticos de la Escuela de Vallecas y sirvió de entrenamiento a los voluntarios de la libertad.

En el verano del 36 el avance de las tropas de Franco es imparable. Madrid queda casi completamente rodeado, la República está al caer y con su caída los sueños del pueblo, pero en camiones, desde  Albacete, ha llegado en los primeros días de noviembre la XI Brigada Internacional, formada poco tiempo antes. Un total de 1.900 hombres con escaso entrenamiento se alojaron en Vicálvaro y Villa de Vallecas. Llegaban para defender al pueblo de Madrid y su gobierno legítimo.

El día 8 de noviembre cogieron los trenes. Desde su altura el cerro de Almodóvar los contemplaba, muchos no volvieron a verlo. Hasta llegar a la estación de Mediodía podemos visualizar lo que ellos veían: tierras de secano de escasa vegetación, rastrojos de cereales, campos en barbecho y el recuerdo de , quizá, sus verdes tierras. Ya llegando a Madrid, pobres casas de gente pobre. En sus conversaciones las mismas preguntas con diferentes lenguas y también con  sus silencios el destino que les aguardaba.

Al día siguiente, sin tiempo de espera, los batallones Edgar André, Comuna de París y Dombrovsky de la XI Brigada entraban en combate. En las calles y trincheras se oía una canción:

Madrid, qué bien resistes. Madrid, qué bien resistes Mamita mía, mamita mía, los bombardeos. La misma que  acompaña nuestros pasos, mientras dejamos atrás la exposición.