Una historia internacional
Las Brigadas Internacionales
Durante la guerra española (1936-1939), más de 35.000 hombres y mujeres de 53 países distintos, agrupados en las Brigadas Internacionales, acudieron a España en auxilio del gobierno de la II República. Nunca en la historia se ha producido un caso tan extraordinario de solidaridad internacional. Aquellos jóvenes vinieron dispuestos a dar su vida para ayudar al pueblo español cuyos derechos y libertades estaban amenazadas por el fascismo español y europeo. Más de 9.000 de ellos dejaron sus vidas en los campos de España.
En su discurso de despedida en octubre de 1938, Juan Negrín les dijo: “Vuestro espíritu, y el de vuestros muertos, nos acompaña y quedan unidos para siempre a nuestra historia”. Dolores Ibarruri, por su parte, pronunció las siguientes palabras: “Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticio de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales, o hacia las acciones industriales, que quieren salvar de todo riesgo”.
Síntesis histórica
Las Brigadas Internacionales fueron unidades militares compuestas por voluntarios procedentes de más de 50 países que participaron en la guerra de España (1936-1939) dentro del ejército de la Segunda República. No hay acuerdo sobre el número total de brigadistas que vinieron a España; las cifras oscilan entre los 35.000, que aceptan la mayoría de los autores, y los 59.380 que dio Andreu Castells en su obra de 1973. Tampoco lo hay sobre el número de muertos, aunque aquí las cifras difieren menos: entre 9.000 y 10.000 dejaron su vida en los campos de España. En cualquier caso, no hubo más de 20.000 voluntarios presentes a un mismo tiempo.
Antecedentes
Antes de la formación de las BI en octubre de 1936 había ido viniendo a España numerosos voluntarios que venían por su cuenta a enrolarse en diferentes unidades de su afinidad ideológica (anarquista, socialista, comunista, etc.) Algunos ya residían en España bien por estudios, como los estudiantes latinoamericanos, o bien como exiliados políticos procedente de países con gobiernos fascistas o autoritarios. El caso más señalado fue el los numerosos participantes que habían venido a Barcelona a participar en las Olimpiadas Populares de julio de 1936, la alternativa a los Juegos Olímpicos que Hitler había organizado en Berlín.
Lo cierto es que, como escribió Luigo Longo, “por todas partes se expresó la firme voluntad de prestar una ayuda concreta a la República española agredida. Se recogieron y enviaron urgentemente a España víveres, productos lácteos, medicamentos y ambulancias. Grupos de voluntarios de diversos países trataron por todos los medios de llegar a España”. Y con estos voluntarios se formaron los primeros grupos como el Rakosi (húngaros), el Dombrowki (polacos), o centurias como la Tom Mann (británica), la Gastone Sozzi (italiana) o la Thaelman (alemana). Muchos de estos voluntarios y unidades se integraron más tarde en las Brigadas Internacionales. Otros prefirieron no integrarse por causa de las discrepancias políticas entre algunos militantes y las Brigadas Internacionales.
Creación
Efectivamente, la idea de crear las Brigadas Internacionales se fue gestando en el verano de 1936 a partir de diversas iniciativas paralelas, entre otras del Partido Comunista francés. La reunión de la Comintern celebrada en Moscú el 18 de septiembre de 1936 dio el aval a esta propuesta y los partidos comunistas se comprometieron desde entonces a reclutar a voluntarios dispuestos a participar en la lucha junto a los republicanos españoles. Los partidos socialistas europeos, si bien no reclutaron voluntarios, apoyaron oficialmente a las BI. Más reluctante, sino contraria, fue la actitud del anarquismo y del trotskismo. La sede internacional de reclutamiento se estableció en París, desde donde se organizaba el envío de voluntarios en contacto con el gobierno republicano que tramitaba la documentación necesaria para el recluta. Los primeros voluntarios llegaron a Albacete el 14 de octubre de 1936.
Tras algunas vacilaciones iniciales, el gobierno de la República se decidió a aprobar la formación de estas unidades el 22 de octubre de 1936, cuando el avance de los sublevados sobre Madrid reveló la crítica situación militar de la República.
La propuesta fue inicialmente recibida con algunas reticencias por parte de los demás partidos del Frente Popular. El 15 de octubre se constituyó el primer grupo responsable de la organización, formado por Luigi Longo (Gallo), Mario Nicoletti, Pierre Rebière y otros. Dos días más tarde una delegación presentó a Largo Caballero el proyecto de constitución de las BI. Prieto estaba de acuerdo. El Presidente del Consejo de ministros firmó finalmente su aprobación el 22 de noviembre. Se decidió que el Cuartel General y las bases de instrucción estarían en Albacete. El mando directo recayó en el comunista francés André Marty, y la supervisión gubernamental sería ejercida, de momento, por Martínez Barrio.
Albacete, base de las Brigadas Internacionales
La ciudad deAlbacete fue designada como el cuartel general y centro de entrenamiento de las Brigadas bajo el mando del líder comunista francés André Marty, secretario general de la Tercera Internacional. Pronto se vio que, dado el número de voluntarios que iban llegando, era necesario crear campos de entrenamiento en los pueblos aledaños a la capital: La Roda, Tarazona de la Mancha, Madrigueras y Villanueva de la Jara entre otros.
Cada brigada se constituyó, al principio, con tres batallones, normalmente con voluntarios de la misma nacionalidad o idioma para facilitar la comunicación. Más tarde cada brigada pudo contener entre tres y seis batallones, con unos 650 hombres. Cada uno de estos solía tener tres compañías de fusileros y una de ametralladoras. Junto al jefe militar había un comisario cuyas principal tarea era mantener la moral y educar políticamente a las tropas, aunque en ocasiones también tenían que asumir labores militares.
La instrucción que recibían estos voluntarios era exigua, ya que las urgencias de la guerra exigían muchas veces llevarlos al frente sin apenas haber aprendido los elementos básicos de la técnica militar. Fue muy frecuente un periodo de entrenamiento de tres semanas, aunque en algunos casos pudo alargarse hasta dos meses. Además, era un entrenamiento generalmente sin armas, dada la escasez de las mismas en el ejército republicano. Pero los voluntarios suplían con su aliento antifascista todos los inconvenientes que encontraban
En un discurso a las BBII pronunciado en Albacete en 1936 André Marty afirmó que si el pueblo español y su ejército no habían vencido al fascismo no era por falta de entusiasmo, sino por la ausencia de tres factores esenciales: unidad política, dirigentes militares y disciplina. Esa constatación llevó a inculcar a los voluntarios unos principios y valores que se plasmaron en la Declaración solemne que los miembros de las BBII debían prometer:
Soy un voluntario de las BBII porque admiro profundamente el valor y heroísmo del pueblo español en lucha contra el fascismo internacional; porque mis enemigos de siempre son los mismos que los del pueblo español. Porque si el fascismo vence en España, mañana vencerá en mi país y mi hogar será devastado. Porque soy un trabajador, un obrero, un campesino que prefiere morir de pie a vivir de rodillas. Estoy aquí porque soy un voluntario y daré, si es preciso, hasta la última gota de mi sangre por salvar la libertad de España, la libertad del mundo.
La entrada en acción de estas unidades fue decisiva, tanto por la moral que infundió al pueblo madrileño en aquellas horas aciagas, como por el ejemplo de eficacia y arrojo que dieron al resto de los combatientes; tan sólo en las primeras jornadas de lucha la XI Brigada perdió más de una tercera parte de sus efectivos. Pronto fueron organizándose otras Brigadas: la XII, XIII, XIV, XV, la 129 y otras.
Origen de los brigadistas
Las primeras Brigadas, la XI y la XII, estaban compuestas por franceses y belgas, italianos, alemanes y polacos. Luego comenzaron a llegar voluntarios procedentes de más de 50 países del mundo. Según los datos oficiales del cuartel general de las BI a finales de agosto de 1938, los efectivos llegados hasta entonces fueron los siguientes:
Estas cifras, que constan en el archivo de la Comintern de Moscú, tienen que revisarse a la luz de otras investigaciones. Así Skoutelsky da, para Francia, la cifra de 9.903 (Andreu Castells la elevó, con cierta exageración, a 15.000). En el caso polaco, los archivos de Varsovia dan la cifra de 3.805. Cuba aportó entre 850 y 1.200 voluntarios, mientras que Argentina lo hizo en número de entre 800 y 1000. Las investigaciones que se están haciendo país por país revelan una cifra superior a la de los anteriores datos oficiales, si bien es difícil que se llegue a la aportada por Andreu Castells de 59.380.
Un número importante de voluntarios era judíos, colectivo que entendió muy bien que la lucha contra el fascismo en España contribuía a contener el auge del antisemitismo europeo. Entre 8.000 y 10.000 voluntarios de muy diversos países (casi un tercio) eran de origen judío, con porcentajes muy altos en Estados Unidos y Polonia.
El origen social de los brigadistas era diverso, si bien predominaban los trabajadores manuales; también hubo militares en activo o retirados, veteranos de la primera guerra mundial, campesinos, estudiantes y profesionales. Había numerosos sindicalistas, mineros de Europa Central o del Reino Unido, estibadores y cargadores de los principales puertos europeos, médicos y enfermeras. En general, constituyeron una fuerza voluntaria fuertemente comprometida con sus ideales, diferentes en cada caso, pero que en España se concretaron en el objetivo de frenar el ascenso del fascismo. Vinieron a España a luchar en una guerra que no era suya, pero que ellos pensaron que sí.
La mayoría de los voluntarios procedían de organizaciones políticas o sociales de izquierda si bien prevalecieron los de afiliación comunista. Esto dependía también del país de origen; mientras que en el caso de los alemanes cerca del 80 % eran comunistas, en el contingente francés la proporción era menor: entre el 49 y el 58%, según Skoutelsky. Este mismo autor duda del porcentaje oficial que se da para el colectivo polaco, 54%, y cree que es superior. Peter Carroll afirma que el 73% de los voluntarios norteamericanos era comunista. Probablemente el dato es válido para el final del servicio, pero no para el comienzo, ya que muchos voluntarios que llegaban sin una militancia política definida acabaron adscribiéndose al partido comunista.
Brigadas: denominación y composición
Oficialmente suele darse la cifra de seis brigadas internacionales, pero no se tiene en cuenta que hubo una, la 150 BI, cuya existencia duró apenas tres meses. Otra, la 86 BI, se formó a principios de 1938 a partir del batallón internacional nº 20, durando unos meses, hasta primeros de octubre en que los internacionales fueron retirados. Durante toda la guerra hubo numerosos cambios en la composición de las BI, tendiendo a uniformizarlas por grupos idiomáticos. La XIII BI también fue disuelta después de dicha batalla, pero se reorganizó con nuevos batallones. La siguiente tabla refleja la composición de las BI a principios de 1938:
Acciones de guerra
Las unidades internacionales fueron consideradas desde el principio como tropas de choque y, como tales, fueron destinadas a operaciones ofensivas o bien a conjurar importantes ofensivas del enemigo. En pocas ocasiones fueron establecidas como tropas de línea para defender un sector del frente, salvo la XV BI (marzo-junio de 1937 en el sector del Jarama) y la XIV BI (1937 en un sector de la sierra del Guadarrama).
- La primera operación en que participaron las brigadas fue en la defensa de Madrid (noviembre de 1936); tanto en los combates de la Casa de Campo (XI BI) como en la Ciudad Universitaria (la XI y la XII BI) jugaron un papel importante.
- Estas mismas unidades intervinieron en los dos meses siguientes en los combates ocurridos al noroeste de Madrid, en la conocida como Batalla de la carretera de La Coruña.
- La XIII BI intervino en las operaciones sobre Teruel en el invierno de 1936 y 1937. A continuación pasó al sector al sur de Sierra Nevada para contener la ofensiva italiana que avanzó desde Málaga en febrero-marzo de 1937. Posteriormente pasó a combatir en la zona de Pozoblanco-Peñarroya.
- La XIV BI participó en los combates de finales de 1936 y comienzos de 1937 en el sector de Andújar-Lopera.
- En febrero de 1937 la XI, la XII, la XIV y la XV BI intervinieron en la batalla del Jarama colaborando a desbaratar la ofensiva franquista.
- Mayor éxito aún obtuvieron la XI y la XII BI en la batalla de Guadalajara (marzo de 1937), al frenar en seco la ofensiva de cuatro divisiones mecanizadas italianas.
- La XIV BI intervino en la ofensiva de la Granja (finales de mayo a principios de junio de 1937) con poca fortuna.
- Otro tanto le ocurrió a la XII BI en la ofensiva sobre Huesca de mediados de junio.
- Poco después, en julio, la XI, la XII, la XIII, la XV y la 150 BI participaron en la batalla de Brunete y sufrieron numerosas pérdidas.
- Un mes más tarde, en la ofensiva sobre Zaragoza (a veces denominada Batalla de Belchite), participaron la XI, la XIII y la XV BI, obteniendo algunas ganancias territoriales
- En el invierno 1937-38 se produjo la ofensiva republicana sobre Teruel, en la que participaron todas las Brigadas Internacionales salvo la XIV.
- Todas las brigadas internacionales tuvieron que combatir frente a las unidades franquistas que lanzaron la ofensiva de Aragón en marzo-abril de 1938.
- En la batalla del Ebro (julio-octubre de 1938) participaron así mismo todas las brigadas internacionales salvo la 129 que lo hizo en los combates de la defensa de Valencia.
- La 86 BI mantuvo su presencia permanente en el sector cordobés de Pozoblanco-Peñarroya.
La retirada de las BBII
La participación de diferentes estados extranjeros en la guerra vulneraba los acuerdos firmados por el pacto de no-intervención. El Comité de Londres encargado de su aplicación fracasó en toda regla y permitió que la descarada ayuda italo-alemana volcar la balanza bélica en favor de Franco. Este Comité acordó en julio de 1938 establecer un plan de repatriación de los extranjeros. El Gobierno republicano de Negrín lo aceptó, incluso con sus deficiencias pero con una gran dignidad, el 26 de julio. Franco lo admitió en agosto, pero no lo cumplió: hasta más allá del final de la guerra siguieron en España las tropas italianas y alemanas. La explicación que Juan Negrín dio en su Discurso en la Sociedad de Naciones de Ginebra en septiembre de 1938 fue la siguiente:
El gobierno español, en su deseo de contribuir con actos al apaciguamiento que todos deseamos, y resuelto a hacer desaparecer todo pretexto para que se pueda continuar dudando del carácter netamente nacional de la causa por la que se baten los Ejércitos de la República, acaba de decidir la retirada inmediata y completa de todos los combatientes no españoles que luchan en las filas gubernamentales.
Antes de su marcha, Juan Negrín les mostró su agradecimiento y el del pueblo español que los consideraba ya hermanos y compatriotas:
El Gobierno de la República reconoce a los internacionales que tan bravamente han luchado con nosotros, que ya puede decirse que son connaturales nuestros, el derecho a reclamar, una vez terminada la guerra, la ciudadanía española… España será siempre una patria vuestra. Y los españoles, vuestros hermanos.
El 28 de octubre, el pueblo de Barcelona les rindió un emotivo homenaje como despedida a esos bravos voluntarios. Dolores Ibarruri pronunció uno de los más emotivos discursos de la historia:
¡Madres! Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de estos días dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y de bienestar… hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales. Contadles cómo, atravesando mares y montañas… llegaron a vuestra patria, como cruzados de la libertad, a luchar y morir por la libertad y la independencia de España, amenazados por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos… y vinieron a nosotros a decirnos: ¡Aquí estamos!; vuestra causa, la causa de España, es nuestra misma causa, es la causa común de toda la humanidad avanzada y progresista. No os olvidaremos; y cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!…”
Las Brigadas Internacionales en su perspectiva histórica
La lucha contra el fascismo en España terminó con una derrota temporal, pero abrió el camino a la victoria en 1945. Así lo reconoce Michel FOOT, antiguo líder del Partido Laborista británico:
Incluso en este siglo con dos guerras mundiales, aquellos tres años en que Madrid resistió y llegó a estar tan cerca de la victoria fueron de los más críticos, heroicos e ignominiosos que se pueda recordar. Fueron años de crisis para Europa y el mundo. Si el fascismo hubiera sido derrotado en los campos de batalla de España no se hubiera atrevido a lanzar sus ataques a Inglaterra, Francia, Rusia y EEUU. Aquellos españoles que lucharon desde un primer momento fueron héroes, así como aquellos voluntarios extranjeros que les ayudaron en los campos de batalla: éstos representaron “la conciencia de Europa”, la idea de que la civilizada Europa no podría soportar el triunfo de la barbarie fascista… Si las grandes potencias hubieran tenido tan sólo una poco del coraje y la sabiduría mostrados por estas brigadas, la victoria de la Segunda Guerra Mundial se habría conseguido sobre el suelo español.
Aún tardaría 30 años más en llegar la libertad a España; la muerte del dictador Franco abrió las puertas a la democracia. Cumpliendo las promesas de los dirigentes republicanos, los representantes democráticos del pueblo español aprobaron una moción parlamentaria que se tradujo en el Real Decreto de 19 de enero de 1996 por el que se reconocía la ayuda de los voluntarios y se les concedía la nacionalidad española:
Es de justicia reconocer la labor en pro de la libertad y de la democracia llevada a cabo por los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española de 1936 a 1939. Los supervivientes de la contienda merecen ver de un modo patente la gratitud de la Nación y para ello nada más justo que entender que se dan en ellos las circunstancias excepcionales previstas en el artículo 21 del Código Civil a los efectos de la concesión de la nacionalidad española por carta de naturaleza.
Las palabras de la Pasionaria en 1938, “¡Volved!, cuando el olivo de la paz florezca…”, resonaron en los oídos de estos voluntarios cuando en noviembre de 1996 volvieron a España a recibir el encendido y merecido homenaje del pueblo español. Habían transcurrido 60 años, pero su gesta quedó finalmente reconocida:
Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,
una esparcida frente de mundiales cabellos,
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,
con arena y con nieve, tú eres uno de aquéllos.
Miguel HERNANDEZ. “Al soldado internacional caído en España“. 1938.