Venís desde muy lejos

Venís desde muy lejos

Joseph y Vincent Almudever junto al monumento

Crónica del 75 aniversario de las Brigadas Internacionales – Madrid, octubre 2011

Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras
una esparcida frente de mundiales cabellos
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras
con arena y con nieve, tú eres uno de aquellos
.
Miguel Hernández

Ha sido agotador. Cuatro días consecutivos de homenaje, sin contar los preparativos y las múltiples reuniones previas. Cuatros días de saludos, de despedidas, de reencuentros. Y a pesar de todo ello, sigo siendo incapaz de contestar con precisión sobre el origen de mi interés por las Brigadas Internacionales. Siempre hay alguien que lo pregunta, bien porque apenas ha oído hablar del asunto, bien porque no acaba de comprender su trascendencia 75 años después. Procuro esbozar alguna que otra explicación, pero nunca termino de sentirme satisfecho con lo que digo. Tal vez porque esta simpatía, esta devoción incluso hacia lo que representan los brigadistas supera el ámbito intelectual para deslizarse en el terreno de las emociones, en el cual resulta difícil abrirse paso con palabras.

Jueves y viernes dedicados a un ciclo de conferencias en el Instituto Internacional, gracias a un brigadista moderno, Justin Byrne, con la participación de expertos como Ángel Viñas o Ken O’Keefe: Las Brigadas en la defensa de Madrid,  Libros contra las balas, De la batalla de Madrid al Guernica, La guerra civil en la prensa neoyorquina… son sólo algunos de los títulos. El documental Hollywood contra Franco, narrado con exquisito pulso cinematográfico, es probablemente el mejor ejemplo de hasta qué punto la guerra de España traspasó nuestras fronteras para convertirse en el episodio uno de la II Guerra Mundial. Las 50 copias que nos trajo el director se agotaron a la salida.

Llega el sábado a mediodía, el momento más esperado, la inauguración de un monumento financiado mediante suscripción pública. El lugar escogido es la Ciudad Universitaria, escenario de los combates, corazón del Madrid bajo asedio; hoy lugar de paso y de estudio de cientos de jóvenes como aquellos que, en la entonces denominada Universidad Central, vieron interrumpidas sus clases y convertidos sus libros en parapeto contra la barbarie. Me acerco con la bandera tricolor y alguien me toca el brazo: es Juan Antonio Mayoral, cornetín del Ejército Popular cuando tenía 15 años. Agarra la bandera y la besa. Vuelvo a quedarme sin palabras.

Como un guiño cómplice del pasado, el proyecto de memorial presentado por la AABI al antiguo rector de la Complutense, Carlos Berzosa, quiere el destino que sea inaugurado por su sucesor, José Carrillo. Su padre, Santiago, sonríe discretamente en su asiento, tal vez devolviendo el guiño a la historia, siempre tan esquiva. Pero la inauguración no culmina hasta la intervención de uno de los brigadistas: rodeado de 500 personas, la figura del inglés David Lomon, nonagenario, se agiganta bajo el monumento, especialmente hacia el final de su discurso, cuando exclama «¡No pasarán!» y levanta el puño en recuerdo de los viejos ideales, de los camaradas caídos, de la historia y de la leyenda.

Asistentes al homenaje cantando La Internacional

Sábado por la tarde, concierto en el auditorio de Comisiones Obreras: artistas como  Quique Sabaté, grupos como Contrastes y Suburbano, bajo la ingeniosa batuta de José María Alfaya. Se suceden poemas y canciones hasta que desde el escenario se pregunta si los brigadistas podrán subir para el homenaje final. “¡Pues claro que subimos!” dice la voz festiva de uno de los Almudever. Y allá que suben, los dos hermanos Almudever y el estonio Erik Ellmann, para cantar juntos La Internacional.

Domingo por la mañana. Las delegaciones extranjeras (alemanes, italianos, ingleses, americanos, irlandeses) van a visitar el cementerio de Fuencarral, y luego el valle del Jarama. Posteriormente marcharán hacia Albacete y concluirán la semana en Barcelona, en un congreso sobre las Brigadas. Mientras tanto, un pequeño contingente de avanzada tomamos al asalto el Ateneo de Madrid: proyectamos Dagbog fra den spanske borgerkrig, sobre los brigadistas daneses, y Esos mismos hombres, sobre los voluntarios argentinos. La coincidencia con los actos de la periferia no impide que unos 80 asistentes nos ayuden a tomar posesión del baluarte republicano y ateneísta, comandados por la sabiduría de Mirta Núñez y Jerónimo Boragina.

Todos estos eventos, todas estas personas involucradas, la suma de los homenajes celebrados desde 1995 indican hasta qué punto sigue con vida el espíritu leal y solidario de las Brigadas Internacionales. Por mucho que uno se interne en los documentales, libros, debates y conmemoraciones no deja de quedarse sin comprender del todo qué llevo a 35.000 personas de 53 países distintos a venir a combatir a España, a defender con las armas la democracia y la libertad amenazadas. Como tampoco, por mucho que se lo pregunten, puede uno dar cuenta de los motivos de tanto interés y tanto cariño. No hay palabras, salvo quizá las de los poetas. Venís desde muy lejos, decía Alberti, y ojalá no se vayan nunca. Sirva esta crónica para conjurar la inevitable sensación de que éste ha sido el último gran homenaje, de que los brigadistas se nos marchan. Sirva para recordar a Bob Doyle y sus eternas palabras: “la lucha continúa”.

 Texto: Agustín Lozano de la Cruz – AABI

Imágenes: http://www.alvarominguito.net/