Juan Miguel de Mora17

¡Salud, Juan Miguel! ¡Gracias por tu ejemplo!

Lo estaba anticipando. Hace unos meses recibimos el último mensaje en el que, jugueteando con el tema de la muerte, tan presente en México el 2 de noviembre, decía:

Ya veo a la Pelona (así llamamos a la muerte en México) que me sonríe a veces, pero no me llama. Lamento que mi cita con ella no sea en Samarcanda, como en el cuento oriental, porque así conocería Samarcanda, capital de Uzbequistán, antes de irme…

Bueno, ya ha llegado la Pelona. Pero Juan Miguel sigue con nosotros, porque su memoria y la de todos sus compañeros siguen con nosotros. y seguiremos su ejemplo.

El suyo fue un compromiso temprano. Con 14 años se acercó a España al iniciarse la guerra. Quiso enrolarse en el 5º Regimiento y no le dejaron. Se empleó en tareas auxiliares. Pasaron dos años. Y cuando comenzó la batalla del Ebro pidió de nuevo engancharse, esta vez a los voluntarios internacionales. Convenció a Luis Delage, comisario general del Ejército del Ebro, y se unió a la XV BI, al batallón Spanish, donde había tantos cubanos y argentinos y otros latinoamericanos.

En Pandols experimentó la dureza de una brutal batalla. Lo contó en su novela testimonio Solo queda el silencio. Recientemente Jordi Martí-Rueda lo ha sabido transmitir con emoción en sus Cinco Rebeldes. Las heridas que recibió le produjeron una amnesia de quebranto. De la que pudo recuperarse gracias a Harry Fisher, el amigo de Wisconsin que en 2001 compartió en Madrid con él los viejos temores y angustias de antaño.

Y Juan Miguel se mantuvo fiel a su ideario republicano. Trabajó sin parar hasta su reciente jubilación (tenía ya 93 años!) en la Universidad Autónoma de México (era especialista en sánscrito, como su mujer Ludwika). Vean su curriculum en la wikipedia.

Hace tres años pasó por Madrid, y fue reconfortante estar de nuevo con Juan Miguel y Ludwika, y con Anna Grau, que le dedicó un post: La mejor gente del mundo.

Quiso venir en 2014 a la Semana de las BI en la Facultad de Historia de la Complutense, pero una afección cardial se lo impidió. Nos mandó un mensaje. Y así hasta ahora. Siempre trabajando, siempre luchando.

¡Hasta siempre, compañero!

Artículos en Público y Diario del Aire