El batallón Dimitrov en la batalla del Jarama

De Yugoslavia vinieron más de 1.700 voluntarios, 800 de los cuales dejaron sus vidas España. La mayoría eran trabajadores de diversas profesiones y campesinos. Hubo también médicos, ingenieros, profesores, periodistas y estudiantes, destacando también la presencia de algunas mujeres, sobre todo médicas y enfermeras.

Desde el comienzo de la guerra, los voluntarios yugoslavos estuvieron repartidos por todas las Unidades Internacionales. Los grupos más numerosos se concentraron al principio en el batallón Dombrowski, de cuya Compañía Balcánica más tarde surgió el batallón Djuro Djakovich y en el batallón Dimitrov. Estos dos batallones formarían, en febrero de 1938 (junto con el Masarik), la última brigada internacional: la 129. Otros voluntarios yugoslavos formaron parte también de las baterías de artillería Liebknecht, Stepan Radić, Kolárov, Rosa Luxemburgo y Gottwald, así como de otras unidades. Los hubo también en el XIV Cuerpo de Ejército, especializado en la lucha de guerrillas, así como en la aviación, la marina y los servicios de Sanidad Militar.

Pelearon en casi todos los frentes de España, desde la defensa de Madrid hasta los últimos combates de la retirada hacia Francia (enero-febrero de 1939) dando ejemplo de intrepidez y valentía, por lo cual una buena parte de ellos recibieron condecoraciones de guerra del Gobierno republicano español. Y por ello, la experiencia adquirida en este primer combate contra el fascismo les servirá a estos voluntarios para sostener y ganar el definitivo combate en su tierra, en la lucha de la resistencia partisana contra las fuerzas nazis que habían ocupado Yugoslavia desde 1941 a 1945.

La formación del batallón Dimitrov y su combate en el Frente del Jarama

Desde que en octubre de 1936 comenzaron a llegar a Albacete cientos de voluntarios de todos los países del mundo, el mando de las Brigadas Internacionales (BI) tuvo que ir improvisando la formación apresurada de compañías, batallones y brigadas, sin tiempo apenas y con pocas armas para la preparación. Así se enviaron las primeras brigadas (XI y XII BI) que lucharon en la defensa de Madrid, mientras que la XIII BI fue destinada a las operaciones de Teruel de diciembre de 1936 a enero de 1937 y la XIV a detener la ofensiva franquista de Andalucía en Andújar y Lopera de diciembre.

Mientras tanto, iban llegando a Albacete nuevos voluntarios que permitieron ir compensando las numerosas pérdidas sufridas en los primeros combates y, por otra parte, preparar nuevas unidades. Así, desde diciembre de 1936, comenzó la formación de los cuatro batallones que integrarían la XV BI, esta vez sin las prisas que habían caracterizado la de las anteriores. Estaba previsto que uno de ellos sería británico, otro norteamericano (Lincoln), un tercero franco belga (6 Fevrier) y un cuarto batallón compuesto por voluntarios del Este de Europa. Su 1ª compañía estaba compuesta por yugoslavos, sobre todo, además de rumanos, búlgaros, húngaros y griegos; la 2ª por polacos, la 3ª por italianos y la 4ª (de ametralladoras) por checos y balcánicos. Hubo alguna disensión en cuanto al nombre del batallón. Los yugoslavos apostaban por el de Djuro Djakovich, en honor del líder del Partido Comunista Yugoslavo asesinado en 1929 por la Dictadura real de Alejandro I. Finalmente todos acordaron el nombre definitivo de Dimitrov, el secretario de la Internacional Comunista, principal impulsora de las BI. Por esta mezcolanza humana el Dimitrov fue conocido al principio como el batallón de las Doce Lenguas. Eran 800 voluntarios que recibieron la instrucción en Mahora y se pusieron a las órdenes de Grebenarov, un búlgaro de 28 años que había emigrado a la Unión Soviética, donde recibió instrucción militar.

Tras la preparación en sus respectivas bases de Albacete, los batallones de la XV BI fueron trasladados al Jarama, donde el Ejército fascista había iniciado una ofensiva el 6 de febrero de 1937. Llegaron a Chinchón el día 10 y al frente en la noche del 11 al 12 de febrero. El primer jefe de la brigada, el general Gal (Janos Galiz, húngaro), los situó en el borde occidental de la meseta de Morata, a ambos lados de la carretera que une este pueblo con San Martín de la Vega; su propósito era detener el avance del ala derecha fascista dirigida por Asensio Cabanillas.

Disposición de las columnas de ataque franquistas y situación de las unidades internacionales entre el 12 y el 15 de febrero

Las unidades de la columna de Asensio avanzaban por dicha carretera y por los caminos secundarios que subían hacia el Pingarrón y la meseta de Morata. Como el Pingarrón estaba desguarnecido (aún no había llegado la 1ª Brigada Mixta de Líster) pudieron tomarlo rápidamente. El avance por la carretera encontró más dificultades: tanto el batallón 6 Fevrier, que se situaba a ambos lados de la carretera, como los batallones situados a su derecha (Dimitrov) y a su izquierda (Británico), ofrecieron una dura resistencia en las horas diurnas del día 12. Lo mismo sucedió en los cuatro días siguientes.

Las fuerzas franquistas conquistaron la parte oriental de la meseta de Morata, pero no consiguieron avanzar ni hacia Morata ni Arganda. Sobre la dureza de estos combates tenemos el testimonio de Lazar Udovicky, recogido en El Libro de la XV Brigada:

“Doce de febrero. Mediodía. Avanzamos hacia los olivos donde está el enemigo. En cuanto nos ven abren un violento fuego de ametralladoras. Nos desplegamos en formación de combate. Avanzamos unos trescientos metros sin hacer un solo disparo. Abrimos fuego a una distancia de doscientos metros de las líneas enemigas. Comienza una batalla fiera y sangrienta. Era nuestra primera batalla contra el fascismo. La mayoría de nosotros estábamos ansiosos de encontrarnos de cerca con el enemigo…No sé cuánto duró esta primera batalla o cuanto tiempo pasó. Igual que muchos de mis compañeros, ésta fue la primera vez en mi vida que disparé un fusil.

Aquella noche dormimos muy mal. Es muy difícil conciliar el sueño sobre aquellos cerros en mitad de febrero y sin mantas… A las cuatro de la mañana nos despertaron los centinelas y nos dijeron que los fascistas estaban avanzando. El comandante del batallón, Grevenarev, ordenó emplazar las ametralladoras y desplegó la infantería… Esperamos a que se acercaran y abrimos fuego furiosamente. Nuestra impetuosa resistencia les cogió por sorpresa y se retiraron dejando detrás de ellos muchos muertos y heridos. A las siete atacamos con nuestros tanques. Les hicimos retroceder un kilómetro, pero al final tuvimos que retirarnos a nuestras posiciones. Nos disgustó tener que abandonar el terreno tan bien ganado… pero corríamos peligro de ser rodeados.

No habíamos tenido de comer ni beber en más de veinticuatro horas, pero nadie hablaba de eso. No podíamos exigir que se comiera a las horas estipuladas, no estábamos en nuestras fábricas u oficinas. Al mediodía conseguimos algo de comida, pero teníamos poca munición. Antes de acabar nuestra escasa ración de comida nos ordenaron avanzar por el flanco izquierdo. Así lo hicimos y ocupamos una posición muy ventajosa sobre un pequeño cerro cubierto de olivos. Los tanques nos seguían detrás. La artillería enemiga nos bombardeaba y sus proyectiles caían en medio de nuestras posiciones aunque, de forma extraña, nos sentíamos seguros en ese lugar. Ya nos habíamos acostumbrado al fuego de artillería.

Por la tarde comenzaron a atacar nuestras posiciones con fuego muy abundante. Volvieron a utilizar sus tanques y recibieron el refuerzo de tropas moras… Bajo el mando del camarada Kobilak, nuestras ametralladoras dispararon con asombrosa puntería. Las bajas del enemigo fueron enormes. Cinco veces nos atacó el enemigo con tanques, cinco veces nos retiramos y cinco veces volvimos a recuperar nuestras posiciones. Sin duda alguna este fue un día decisivo. Perdimos a muchos compañeros. No hay guerra sin víctimas… Pero hicimos nuestro trabajo. Sin apenas entrenamiento militar y con un equipamiento muy deficiente luchamos por cada palmo de terreno. Todos los ataques fascistas se convirtieron en humo. No pasaron”.

Posiciones de los batallones de la XV BI, al sur de a carrretera de Morata a San Martín, los días 23 al 27 de febrero

A partir del día 16, el general Miaja, ahora al mando de las unidades republicanas del Jarama, lanzó una contraofensiva que no dio sus frutos (se trataba de rechazar las fuerzas fascistas hasta la línea del Jarama) pero que sirvió para fijar y blindar la línea de resistencia hasta el final de la guerra.  En esos días el batallón Dimitrov pasó a una segunda línea de reserva para recuperarse de las enormes bajas sufridas entre muertos y heridos (de 800 componente bajó a 180).

Su lugar fue ocupado por el batallón Lincoln, que había llegado el 16 al frente del Jarama y cuyas primeras acciones de combate fueron los días 23 y 27 de febrero. Estas acciones fueron los últimos estertores de una batalla que había fatigado a ambos contendientes, sobre todo a los franquistas, que no pudieron, dos semanas más tarde, acudir en ayuda de las fuerzas de Mussolini en los campos de Guadalajara.

Desde principios de marzo la XV BI fue encargada por el mando republicano de la defensa del sector situado entre la carretera de Morata-San Martin de la Vega y la cota 700.

A la derecha del sector  (al norte de la carretera de Morata a San Martín de la Vega) enlazaba con la 24 BM y a su izquierda con la 17 BM, si bien pronto ésta fue pronto reemplazada por la 23 BM. Durante tres meses y medio los batallones de la XV BI defendieron la línea del frente.

Apenas hubo combates, salvo en dos ocasiones. La primera fue el 14 de marzo, cuando los fascistas lanzaron un ataque con tanques, para mejorar posiciones, cerca de la cota 700, en el punto de enlace entre el batallón Lincoln de la XV BI y el batallón Pasionaria de la 17 BM. Los de Asensio lograron tomar 150 metros de trinchera.

La respuesta a esta acción llegó el 5 de abril. El mando del sector encargó a los batallones Garibaldi y Dombrowski un pequeño ataque para recuperar las posiciones perdidas en marzo. El batallón Lincoln apoyó el ataque, pero la reacción enemiga fue inesperadamente dura, con tanques. En un momento determinado, el jefe del batallón Dimitrov, Mihaly Szalvai “Chapaiev”, decidió que el batallón de ametralladoras Jan Žižka entrara en la lucha para aliviar la presión sobre el Dombrowski y el Lincoln y para cortar el contraataque fascista, lo que consiguieron.

El 29 de abril el mando del sector concedió una semana de descanso a la Brigada, que marchó a Alcalá de Henares, siendo relevada por la XIV BI. Casualmente en esos días se produjo la insurrección anarquista en Barcelona y, al saltar las alarmas (se creía que habría una serie de ataques fascistas en los frentes), el mando decidió acortar el descanso, que quedó reducido a solo cuatro días. Fue en esa situación cuando Alec McDade, el escocés del batallón Británico, escribió su poema Jarama Valley, luego convertido en un quasi-himno de la XV BI.

El resto fue rutina defensiva. La vida se hizo monótona dentro de la dureza de la vida de trincheras al aire libre. Ales Bebler, un esloveno que llegó al Jarama después de los combates de febrero y que llegó a ser Comisario del Dimitrov, dejó escritas las siguientes notas en su Diario:

“Frente del Jarama en las proximidades de Madrid. El ataque fascista fue detenido aquí cuando, hace un mes, los fascistas intentaron rodear Madrid por todos lados. Nuestros hombres los detuvieron en colinas cubiertas de olivos. Aquí hubo una gran batalla, en la que muchos de los nuestros desaparecieron y muchos resultaron gravemente heridos. Allí también resultó herido Veljko Vlahović.[1] Los demás cavaron trincheras en los olivares y se enterraron en la tierra. Olivos por todas partes, pero éstos no tienen aceitunas. Su follaje fue arrancado por la lluvia de granadas y balas, por lo que sus ramas sobresalen hacia el cielo como manos de heridos pidiendo ayuda. El aire es insoportable. Entre nuestras trincheras y las trincheras fascistas hay cadáveres insepultos, caballos y mulas muertos. Sobre ellos, millones de moscas y bandadas de cuervos.

La XV Brigada Internacional está en las trincheras. Dicen que en ella hay 22 nacionalidades. Aquí se escuchan todos los idiomas. Algunos batallones tienen carácter nacional: francés, inglés, americano. También está el batallón Dimitrov. En este batallón se encuentran yugoslavos, búlgaros y checos. La primera Compañía es yugoslava. Hay yugoslavos de todo nuestro país: estudiantes que vinieron de Praga, croatas, carpinteros y trabajadores forestales de Canadá, mineros eslovenos que vinieron del norte de Francia. El comandante de la brigada es un viejo comunista yugoslavo Vladimir Copić.[2]

En las trincheras, silencio. Sólo por la noche, a veces, se puede escuchar una canción tranquila. Por la noche, los exploradores salen de las trincheras en dirección a las trincheras fascistas y regresan con información. Y sucede que alguien del otro lado se pasó a nosotros. Un trabajador español, un muchacho campesino. Otra vez un árabe, marroquí.

Miembros del Dimitrov en el Jarama, marzo. De cuclillas, con boina, el servio-bosnio Vlajko Begovic.

…Por la noche, a veces el frente cobra vida. Quién sabe cuál es el motivo. ¿Reconocimiento real o imaginario? Un centinela dispara sobre unos arbustos ya que parecía que algo se movía por allí. A un disparo desde un lado, le responden cinco o diez del otro. A estos le responden cien. Y así, de repente, el frente está en llamas. Se lanzan cohetes desde ambos lados. Todos esperan un ataque. Es como si dos leones rugieran preparándose para la batalla. Después de una o dos horas, el frente se calma. Nuestro armamento es débil. Todos tenemos rifles, pero hay poca munición y pocas granadas de mano. Las ametralladoras son nuestra debilidad. Sólo unas pocas por batallón, y son viejas, en su mayoría del tipo “Maxim”, de la época de la Primera Guerra Mundial, y están estropeadas.

El comandante de la XV BI, el croata Copic, con el batallón Dimitrov

En la Comisaría de brigada también nos ocupamos de la propaganda para los del otro lado. Encontramos varios megáfonos en Madrid. Por la noche, pequeños grupos de voluntarios salen de las trincheras en dirección a las posiciones enemigas y montan megáfonos en los arbustos o en los olivos. A través de ellos hablamos con los que están allí, les explicamos de qué va la guerra, los invitamos a venir con nosotros. A menudo provocamos el fuego de las ametralladoras fascistas. Pero el éxito aún está cerca y el número de personas que nos desertan va en aumento.

En el pueblo más grande detrás del frente, Perales de Tajuña, organizamos un curso para suboficiales. El pueblo acogió a los jóvenes agradables y disciplinados. Son adorados en todas las casas; se le cose y lava la ropa. Los campesinos están por la República, ella les dio tierras, las del terrateniente… La brigada de muchachas, los hombres están en el ejército, temprano en la mañana van por la mañana temprano a trabajar cantando. Es junio y ¡comienza la primera cosecha en la tierra cooperativa!

La mayoría de los participantes en el curso son muy jóvenes, casi unos niños. Han sido elegidos en función de su actuación en la gran batalla del Jarama. Grandes chicos, de Yugoslavia. Entre ellos se encuentra el esloveno Franz Rozman, en nuestra guerra ‘Comandante Stane’.[3] ¡Ex ayudante de panadero, con varios grados de escuela primaria, y ahora estudia la ciencia militar en un idioma extranjero! Trabaja día y noche, escribe palabras en español en un cuaderno que siempre guarda en el bolsillo. Durante las clases suele sentarse en el primer banco. Sus ojos azules brillan, su frente está arrugada por la tensión. Se traga cada palabra. Quiere entenderlo todo, tiene que entenderlo todo”.

Finalmente, el 13 de junio la brigada recibió la noticia de que llegaba el descanso. Los batallones se acantonaron en diversos lugares de la retaguardia cercanos al valle del Tajuña. El Dimitrov lo hizo en Ambite. A primeros de julio recibieron la orden de trasladarse hasta la zona de Galapagar y Colmenarejo. Iban a participar en la ofensiva republicana de Brunete.

[1] Montenegrino, nacido en 1915. Estudiante, llegó a España el 29 de enero de 1937. Murió el 6 de marzo de 1975, en Ginebra. Enterrado en Belgrado

[2] Croata, nacido en 1891.  Ajedrecista y amante de la música, combatió en el ejército austro-húngaro durante la Primera Guerra Mundial. Fue capturado por el ejército ruso y, como tantos otros (Mate Zalka “general Lukcas”, Manfred Stern “General Kleber”…), se integró en el Partido Comunista y en el Ejército Rojo. Llegó a España en enero de 1937 y fue nombrado Comisario de la XV BI y enseguida Comandante de la misma, hasta abril de 1938, con el grado de Teniente Coronel. Regresó a la URSS, donde fue ejecutado en 1939.

[3] Fue uno de los héroes de la Resistencia partisana en la guerra del pueblo yugoslavo contra la ocupación nazi.

 

Comisión histórica de la AABI