XIV BI en La Granja

La XIV BI en la batalla de La Granja

Esta batalla tuvo lugar entre finales de mayo y principios de junio de 1937. Como se explica en el siguiente escrito -correspondiente a un capítulo de Las Brigadas Internacionales, de Jacques Delperrié de Bayac-, en ella participó solo la XIV BI, en unión con la 69 y la 31 BM del Ejército Republicano y bajo el mando del general Walter como jefe de la 35 división. Creemos que el autor aporta una visión bastante certera de la actuación de la brigada llamada La Marsellesa, aunque se precise complementar con otros relatos.

La ofensiva de Segovia

Jacques Delperrié de Bayac

Al Norte y Noroeste de Madrid la Sierra de Guadarrama alza sus cimas cubiertas de nieve a más de 2.000 metros. Bajo las pendientes hay pobres aldeas donde viven pastores, muleros; también hay ciudades dormidas como Segovia y El Escorial. Después comienzan los pinos silvestres con troncos como columnas. Es la montaña del silencio. En ella hay aún ciervos, jabalíes y también algunos lobos. Allí, sobre las agujas de los pinos del bosque, el saboteador norteamericano Robert Jordan muere al amanecer de una ofensiva fracasada, esperando “esa banda de borrachos, de vagabundos, de fanáticos y de héroes que constituyen la XIV BI”. Esos borrachos heroicos son los franceses, perseguidos por su reputación…

Robert Jordan puede haber existido. Las guerrillas son numerosas tras las líneas franquistas. En enero del 37, comienza la formación de una unidad internacional que será asimilada más tarde al 14 Cuerpo de Ejército español. En esta unidad hay especialistas del sabotaje, de los golpes de mano, de las operaciones de diversión. Entrenados por oficiales soviéticos, son enviados inmediatamente como consejeros a los guerrilleros españoles.

Algunos voluntarios extranjeros participan también en las roturas de vías férreas y de carreteras, en las destrucciones de puentes, en emboscadas, ataques a puestos. Los habrá en Extremadura, en Andalucía, alrededor de Huelva, en las Sierras al Norte de Málaga, en la Sierra de Gredos y el Guadarrama, en el sector de Sevilla. Desempeñan un papel importante durante la contra-ofensiva de Pozoblanco. Entre esos hombres hay checos, veteranos de la compañía Clement Gottwald, del batallón Tchapaiev, alemanes del Edgar André y del Thaelmann, rusos, húngaros y de otras naciones.

Hemingway jamás formó parte de las Brigadas Internacionales, tampoco combatió nunca en España, pero ha conocido al general Walter, al que convertirá en el general Golz y del que tomará algunas de sus boutades. «Yo jamás pienso en nada”, dijo Golz a Roberto Jordan. “¿Por qué iba a pensar? Soy un general soviético. Nunca pienso. No intente hacer que piense aunque yo no quiera”. Este humor negro es el de Walter. En ¿Por quién suenan las campanas?  vemos las dificultades que encuentra el norteamericano Robert Jordan para ganarse la confianza de los guerrilleros españoles. En la realidad, a veces esas dificultades fueron aún mayores, y la unidad internacional de guerrillas sólo tuvo una importancia limitada: es evidente que para acciones semejantes es preferible emplear a nacionales.

El ataque del que habla Hemingway tuvo lugar en el Guadarrama del 30 de mayo al 3 de junio de 1937. Es la primera de las ofensivas republicanas para salvar el Norte. Objetivo táctico: Segovia. En ese sector, desde julio del 36, las posiciones respectivas de los adversarios no han cambiado. Los republicanos ocupan las cimas más altas, las más próximas a Madrid. Los franquistas tienen las demás.

Se ha formado una División, la 35. Está al mando del general Walter. Comprende tres brigadas: la XIV BI, mandada por Jules Dumont, la 69 BM española, mandada por el músico ex-compositor Durán, la 31 BM, mandada por Cacho, español, y dos batallones de la 21 BM. Unos diez carros de combate, algunos aviones, una batería de artillería internacional también forman parte del conjunto.

La XIV estaba descansando en Miraflores de la Sierra, pequeña estación de deportes de invierno cuando llegaron los camiones a buscarla. El 28 de mayo, Walter reunió a sus jefes de brigadas y batallones en el observatorio de división, sobre la cota 1830. La XIV está representada por el teniente-coronel Dumont, por Francois Vittori que ha sucedido a Marcel Renaud como comisario de guerra, por el italiano Krieger, jefe de estado mayor, por Grillet, comandante del Comuna de París, por Boris Guimpel, comandante del Domingo Germinal, por Rabah Oussidoum, que ha remplazado a Nathan a la cabeza del Ralph Fax (donde quedan algunos ingleses), y por Sagnier, que manda el Henri Barbusse. Walter les muestra su objetivo a lo lejos, Segovia sobre una colina con sus iglesias y sus torres. Dice en resumen: “Atacamos para aliviar el Norte. Es preciso que atraigamos el máximo de fuerzas posibles. Será duro porque vamos a carecer de aviones”.

El 29 por la tarde, bajo una lluvia glacial, las tres brigadas cruzan las cimas y ocupan sus posiciones de partida, bajo la vertiente Norte. La 69 BM está a la izquierda. Sus objetivos son dos cimas fortificadas que dominan La Granja: Cabeza Grande y Matabueyes. La 31 BM  está a la derecha. Atacará La Granja por el Este. La XIV BI está en la carretera. Atacará La Granja de frente. Una vez tomada La Granja, se incidirá sobre Segovia. La noche del 29 al 30 de mayo, se envían patrullas para tantear al enemigo. La del 10° Batallón no volverá. No se ha oído ni un disparo.

Al amanecer del 30, los hombres se ponen en marcha. Descienden la montaña, arma en mano, bajo la sombra azulada de los árboles. Los Pioneros van en cabeza por la carretera con su jefe Coco Vaillant en cabeza, el 12° Batallón va a la izquierda de la carretera, el 13° a la derecha, el 10° detrás, en reserva. Al principio todo va bien, salvo que el 9° Batallón ha desaparecido. Debía de estar a la derecha del 13°. También debía de mantener contacto telefónico con Dumont, pero el coronel Kodak [1], jefe de batallón aceptable, es un mal jefe de brigada: no sabe dónde están los telefonistas, es imposible encontrar el 9º.

Hacia las seis se establece el contacto. El 13° Batallón y los Pioneros tienen delante el Cerro del Puerco, fortificado por los franquistas, trufado de armas automáticas y de cañones, a trescientos metros de la carretera a la que mantienen bajo fuego. La artillería ligera, con tiro directo, diezma las filas. El ruido es ensordecedor. El jefe de la compañía de ametralladoras del Comuna de París, Pierre Rosli, ve ante él pinos, partidos por los abuses, abatirse por docenas.

La batería internacional responde. Apunta al Cerro del Puerco pero tiene pocas piezas, la puntería es mediocre, los franquistas están enterrados, no consigue reducir el fuego enemigo. Se esperan aviones, y éstos, como de costumbre, no llegan. El batallón 10° es el que recibe el grueso del castigo. Pérdidas serias, muchos heridos. Su jefe adjunto, el capitán belga Rasquin, veterano de la guerra del 14 muere. Los voluntarios están clavados al suelo. Pero, al fin llegan los carros de combate. Con ellos renacen las esperanzas. La XIV vuelve a lanzarse al asalto. El teniente Louis Boujard, de la 1ª Compañía del 9º, el comisario Largentier, el voluntario Taieb Bel Kassern, con su fusil ametrallador, y otros diez, consiguen llegar a la falda del Cerro del Puerco por uno de sus flancos.

A la izquierda de la carretera, hacia Valsaín, el 12° Batallón se encuentra con blocaos. Los voluntarios Guillemette, Jeansen, Henninger, Blasius, Oswald, Jeandet, Saint-André, Jean Bonnard, atacan y destruyen uno de ellos con granadas.

En el flanco izquierdo de la división, el 1º Batallón de la 69 Brigada avanza en dirección a Cabeza Grande, el 4° sobre Matabueyes. Cabeza Grande es tomada. El 4°, que progresa por el bosque siguiendo una antigua calzada romana, no tiene las alas cubiertas. Su jefe, el comandante español X, llamado Miguel Angel, pregunta a Durán, jefe de la 69 Brigada, dónde se encuentra el escuadrón de caballería de la XIV Internacional que debía de estar a su derecha. Durán no responde. Acaba de ser herido.

En cuanto al pelotón de caballería, se ha perdido en el bosque. Entonces, desde su puesto de mando en la cima, el general Walter telefonea a Dumont. Le pregunta si sabe dónde están el pelotón de caballería y el 9° Batallón. Dumont no lo sabe y quiere presentar su dimisión. El 9° Batallón no está perdido definitivamente: ha avanzado demasiado deprisa. Habiendo partido de noche, desbordó por la derecha el Cerro del Puerco y está a un kilómetro de La Granja. A falta de una línea telefónica, olvidada, su jefe, Grillet, envía desde el alba informes por medio de mensajeros.

A las siete y cuarto: “He atravesado el bosque durante la noche con gran esfuerzo. La compañía de ametralladoras me ha seguido con grandes dificultades. Carezco de contacto con los Pioneros y con la 31 Brigada”.

A las diez y media: “Tenemos La Granja a la vista desde las ocho”. El portador del primer mensaje se ha detenido para ayudar a un herido. El informe no llega a Dumont hasta las once y cuarenta y cinco. En cuanto al segundo agente de enlace, se ha perdido.

El dispositivo se modifica. El 10º Batallón se desliza a la derecha del 13°, en el lugar que debía de ocupar el 9°, a la derecha del Cerro del Puerco, donde ahora también están los Pioneros. Ante el Cerro, con el 13°, está Theodor Balk, médico del batallón, Marcel Prunier, su comisario, y Marcel Sagnier. Sagnier es decidido. Lucha enérgicamente. Militante comunista, se ha enterado, cuando mandaba el 9° en Guadalajara, que su mujer había muerto en una escaramuza contra la policía y los Croix-de- Feu en Clichy. Hoy manda el 13°. Está a tres o cuatro metros del Cerro. Una bala le alcanza en el pecho. Tiene mucha suerte, pues rebota en sus gemelos. Es ligeramente herido. Permanece en su puesto.

Los carros de combate republicanos siguen sobre, la carretera. Su tiro es poco eficaz pues están bajo el fuego de las baterías del Cerro. El terreno es demasiado escarpado y no les permite dejar la carretera. Por tanto, no pueden maniobrar. Son casi inútiles. Por fin llegan aviones, todo el mundo levanta la cabeza, pero no son de los suyos. Les ametrallan y bombardean. Ahora los carros, para no ser destruidos, deben dejar la carretera. Se dispara desde todas partes. Un coche se detiene en la carretera. Krieger desciende de él para ver que pasa. En cuanto ha puesto pie a tierra cae al suelo herido.

Dumont ha instalado su puesto de mando en una casilla de peones camineros, a la izquierda de la carretera, a unos cientos de metros está el Cerro del Puerco al que continúan atacando los Pioneros y una compañía del 10°, pero sin poder conseguir llegar al flanco de la altura. Hay muchos heridos. Se los transporta en mulas o a hombros de alguien hasta el claro donde está el puesto de socorro. Allí trabajan el doctor Berstein, médico-jefe de la XIV, y el doctor Dubois, médico de la 35 División.

El 4° Batallón de la 69 Brigada sigue ante Matabueyes, bajo el fuego. Entre él y las posiciones mantenidas por el 10° Batallón, en Cabeza Grande, el general Walter envía de refuerzo a la 21 BM, formada recientemente con milicianos madrileños y con reclutas que no luchan de buena gana. En marcha de aproximación por el bosque, las compañías de cabeza de la 21.a caen sobre los regulares y se produce el pánico. Los soldados retroceden gritando: ‘¡Moros!’. Los oficiales tienen la pistola en la mano y disparan sobre los que se niegan a detenerse: es inútil, los hombres tienen miedo, no quieren luchar. Tras una cerca, más al Este, la 31 Brigada se esfuerza en progresar, sin conseguirlo: también entre ellos la confusión es grande.

Al atardecer el fuego se aplaca, después cesa del todo. Cada brigada se esfuerza por encontrar y reagrupar a los que van a derecha e izquierda guiándose por la Osa Mayor, por las cimas y los valles que entierran los pinos. Descanso. Llega la sopa. Ambulancias llevan a los heridos graves a retaguardia. Entre ellos muchos de los Pioneros, entre ellos Charlot, un minero del Norte ?ración habitual: cinco litros de vino diarios?, siempre el primero en el asalto, la mandíbula casi arrancada por un obús.

Al día siguiente, 31 de mayo, se reinicia el ataque. Los carros de combate están de nuevo allí, como la víspera, y no pueden dejar la carretera. Dos o tres aviones republicanos hacen una breve aparición, después llegan los Junkers alemanes. Para tomar el Cerro del Puerco está previsto que los batallones  9° y 10° unan sus esfuerzos.

Las diez menos diez: ‘¡Adelante!’ Los voluntarios avanzan. Frente ellos se inician los disparos. Ahora se trata de rodear el Cerro del Puerco por el Este, para tomarlo por la espalda. El busto que emergía tras unas rocas, el del comandante Guimpel que sigue con sus gemelos el avance de su compañía, desaparece. Ha caído a tierra, aturdido. Al principio no comprende que pasa. No siente nada, salvo que no puede abrir la boca: ha recibido un tiro en el maxilar. Guimpel ordena a su ayudante, Cazala, un francés de Argelia,  que le reemplace; después les camilleros lo llevan al puesto de socorro. Allí también está Coco Vaillant con una herida en la pierna. La víspera, al comienzo del ataque, él y Guimpel se habían divertido probando las camillas de las ambulancias. Las habían encontrado confortables. Ahora vuelven a encontrarse menos alegres.

Hacia mediodía, el teniente Cazala, comandante interino del 10.0, envía a Dumont el informe siguiente:

“Según la orden del estado-mayor de la Brigada, hemos atacado a las diez menos diez. La compañía que el 9° nos ha enviado de refuerzo ha sido detenida a media pendiente por fuego de ametralladoras rasante. Nuestras 1ª y 3ª Compañías se han desplazado a la derecha consiguiendo avanzar unos 80 metros, pero un duro bombardeo las ha detenido. Después, han tenido que replegarse unos 500 metros. La 2ª, que atacaba por la izquierda, no pudo seguir avanzando. En este momento la situación es difícil. El enemigo ha recibido refuerzos. La 3ª ha intentado volver a atacar”.

Los refuerzos de los que habla Cazala, traídos del Sur de Madrid, son en total siete batallones de la división Barrón. A las dos y cuarto, el jefe de la Comuna de París, Grillet, escribe a Dumont: “A pesar de nuestros esfuerzos hemos sido rechazados. Nuestras ametralladoras han hecho todo lo que podían. Desde el comienzo, nuestra acción no ha sido suficientemente apoyada por la artillería, ni por los tanques, ni por la aviación”.

El Cerro del Puerco sigue siendo inexpugnable, pero a las cinco menos cuarto, se sabe que dos batallones de la 31 Brigada han entrado en La Granja y que los combates siguen en las calles. El general Walter modifica su dispositivo. Decide que la XIV BI apoye a la 31 BM. Este movimiento no tendrá lugar porque los nacionales atacan y la 31.a es rechazada; su jefe, el español Cacho, es relevado de su mando. En cabeza del 100 Batallón, Dumont reemplaza a Cazala por el capitán Jacquot, el ex-cabo De Maziere, jefe de operaciones de la brigada.

Tras el fracaso de los ataques diurnos, se decide atacar por la noche, en dirección a Balsain, con dos batallones. A media noche, el 12º se pone en marcha, después el 9º con el que marcha el comisario de la brigada, Francois Vittori. Los franceses se protegen con los árboles, avanzando sin hacer ruido. Pronto, se encuentran en terrenos más despejados donde el enemigo los descubre y abre fuego con todas sus ametralladoras. Repliegue. Confusión. Los voluntarios no están acostumbrados a luchar de noche. Se ponen nerviosos. Dos secciones se retiran. Un comisario político francés es hecho prisionero por españoles de la 31 Brigada. El error se descubre en seguida, pero el comisario, cuyos nervios le han vencido, tiene que ser repatriado: inepto para el combate.

El 1 de junio, nuevo intento de la 69 y de la 21 contra Matabueyes. Olor a resina. Ruido de los Junkers que sobrevuelan los pinos. Una sección se cree rodeada: a su alrededor todo son ruidos inquietantes. Abre fuego. Balance: tres jabalíes muertos.

El 2 de junio, la XIV Brigada Internacional intenta de nuevo rodear el Cerro del Puerco y tomarlo por la espalda. Entretanto los batallones 90 y 100 avanzan por el Este. Se oye tronar a la artillería. Arriba los aviones ratean. Son los halcones y los hombres sus presas. Llegan los «Chatos”. Combate aéreo. Un Junker abatido.

El 3 de junio la ofensiva se detiene. El balance es desalentador. El enemigo no ha sido suficientemente inquietado, no tuvo necesidad de traer fuerzas del Norte. Únicamente han sido traídos algunos aviones. La 21 Brigada es disuelta. La XIV es enviada a descansar a un frente tranquilo, en Santa María de Alameda.

¿Traición? Hemingway lo ha escrito. En la reunión de estado mayor, el comisario de la XIV, Francois Vittori, acusa al general español que manda el sector. El incidente es vivo. Francois Vittori es arrestado cuando dejaba la sala. El general Walter ordena que lo suelten.

Quizá…


[1] Algunos le llamaban así por su tendencia a salir en las fotos.