75º aniversario de la ofensiva republicana del Ebro

El Ejército del Ebro,
una noche el río pasó
Ay Carmela!

Y a las tropas invasoras
buena paliza les dio
Ay Carmela!

La noche a la que alude esa famosa canción fue la del 24 al 25 de julio de de 1938. Aquella operación comenzó con el paso del río por distintas zonas desde Mequinenza hasta Amposta, aunque las más importantes fueron las de Flix-Ascó y las de Miravet-Benifallet, que dieron paso a las principales divisiones de los XV y V Cuerpos de Ejército.

Traemos aquí dos documentos importantes de aquella batalla:

+ unos extractos del libro Soy del 5º Regimiento en el que el jefe del Ejército del Ebro, Juan Modesto Guilloto, narra el inicio de la operación.

+ un escrito del voluntario John Longstaff, miembro del «British», el batallón británico de la XV BI, que en sus Memorias narra sus primeras impresiones antes y después del cruce del Ebro al sur de Ascó.

Además podéis ver un resumen de esta batalla en estos documentales producidos por RTVE:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-batalla-del-ebro/batalla-del-ebro-capitulo-1-25-02-07/874119/

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-batalla-del-ebro/batalla-del-ebro-capitulo-2-04-03-07/874120/

Juan Modesto: «Hemos pasado el Ebro»

El paso del Ebro se inició con los primeros parpadeos del día 25 de julio de 1938. Los escalones de sorpresa, seguidos de las vanguardias de las unidades pertenecientes a la brigada 226, las divisiones 3, 35 y 11 y las brigadas 10 y 14, comenzaron la acción forzando el río en lanchas por doce puntos distintos.

La 35 división, que mandaba Pedro Mateo Merino, con José María Sastre de comisario y Julián Henríquez Caubin de jefe de E.M. Por el primer sector de paso, 2-3 km. al N. de Ascó, atravesaron el río las brigadas 13 y 15. La 11 brigada lo hizo con retraso por el segundo sector, 2-3 km. al SE de Ascó.

Iba en vanguardia la 13, que mandaba Mikhail Kjarchenco, soviético, (a partir del 30 de agosto la mandaría Boleslaw Molojec, polaco) y tenia de comisario a Lorenzo Varela y de jefe de E.M. a Henryk Turunczyk, comunista polaco. Protegiéndose de Ascó con fuerzas de cobertura, la brigada desarrolló su acción en dirección al cruce de comunicaciones de la Venta de Camposines, donde a las 7,00 horas sorprendió en su puesto de mando e hizo prisionero a un teniente coronel, jefe de un sector de la defensa y a su Estado Mayor. Se apoderó de un grupo de artillería.

La 11 brigada, que mandaba el antifascista húngaro Otto Flatter (Ferenc Múnnich), cuyo comisario era Ernst Blank, atacó Ascó, donde el enemigo ocupaba los puntos dominantes de las alturas, lo que exigió una serie de enérgicos ataques de la 11 para tomarlo ya pasado el mediodía.

La 15 brigada, que mandaba Valledor, con John Gates de comisario, colaboró con dos de sus batallones en la conquista de Ascó por la … y prosiguió su avance en dirección Gandesa. Pasado el mediodía, la 35 división había salido a Camposines, punto neurálgico de aquella zona, en el centro del territorio donde se desarrollaba la operación y que seguiría siéndolo en el periodo defensivo, y hasta el fin de la batalla, como eje de nuestro movimiento durante el repliegue.

… Al final de la jornada, las unidades de la 35 división habían profundizado 25 km. en su avance, conquistando Corbera y estaban sobre Gandesa, que no pudieron tomar por falta de apoyo de artillería y tanques. Era la unidad que tenia aquella misión. Su avance facilitó extraordinariamente el de la 11 división. La 35 hizo al enemigo centenares de prisioneros y cogió como trofeo un grupo de artillería de 75 mm a tracción mecánica, dos depósitos de intendencia en Venta de Camposines y Corbera y un parque de pontones pesados de fabricación extranjera.

… Al finalizar la jornada del 25, las fuerzas del Ejército del Ebro habían derrotado a la 50 división enemiga, parte de la 150 y una brigada de la 13 división, conquistando el territorio al E. del km. 161 del ferrocarril Tarragona-Caspe, la divisoria de Sierra de la Fatarella, Fatarella, Corbera, Sierra Pandols y vertientes N. del Canaletas, cubriendo todos los objetivos de la primera fase y parte de los de la segunda. Las guarniciones enemigas de Mora de Ebro, García y Benifallet tenían cortados los caminos de repliegue y aquella zona cala por envolvimiento. La aviación enemiga empezó a desplegar una gran actividad contra los medios de paso. Se acusaban ya los primeros síntomas de la irregularidad en el Ebro. En Gandesa, varias unidades enemigas ofrecían una gran resistencia. La demostración del flanco derecho había tenido un éxito completo. La del flanco izquierdo había cesado. Se habían hecho más de 2.000 prisioneros y capturado varias piezas de artillería y otros trofeos.

… La maniobra del Ebro sorprendió al enemigo estratégica y tácticamente. Lo primero, sin duda, por la confianza que tenía en el obstáculo que representaba la barrera del río y por el conocimiento de nuestra pobreza técnica. Lo segundo quedó demostrado en el desconcierto de que dio pruebas el mando enemigo, desde los jefes de las unidades sorprendidas hasta el Cuartel General de. Franco. La reacción de éste fue paralizar totalmente su ofensiva en Levante. Le habíamos quitado la iniciativa de las manos.

John Longstaff: La batalla del Ebro

El lunes 25 de julio 1938, mucho antes de que saliera el sol, embarcamos en camiones y nos dejaron en un punto de la orilla del Ebro al otro lado de Ascó. Mientras esperábamos a los botes de remo, los españoles y brigadistas, pensábamos en silencio en la lucha que iba a seguir; el silencio apenas se rompía con el sonido de los remos. Yo iba bien cargado: el fusil, cerca de 100 balas y una manta enrollada a mi cuerpo. En el interior de la manta llevaba mis pocas pertenencias, que incluían un plato y una botella llena de agua. Llevaba además dos banderas para hacer señales de día y las lámparas para hacer señales de noche. Me subí a la barca como si fuera un árbol de Navidad; durante la travesía se me cayeron las banderas y chocaron las lámparas; el ruido hizo que una docena de cabezas se dirigieran hacia mi con ojos de preocupación.

Pronto llegamos a la otra orilla, desembarcamos con rapidez y, como si estuviéramos en un ejercicio de entrenamiento, preparamos nuestros fusiles con las bayonetas caladas. Comenzamos a avanzar en plena oscuridad junto con otros compañeros que habían ido llegando. Todavía no se había oído ningún tiro y creo que todos, británicos y españoles, nos preguntábamos por qué el enemigo no había disparado. Los jefes de nuestra Compañía ?David Guest, John O’Connor, Johnny Power, George Green, John Angus, Alan Gilchrist y yo? seguimos a los pelotones delanteros. Habíamos cruzado el Ebro y estábamos avanzando sin un solo incidente, fue notable…

El sol aún no había salido y no se había producido una sola baja. El entrenamiento había valido la pena. Todos, internacionales y españoles, sabíamos que era la calma antes de la tormenta. El batallón canadiense Mackenzie Papineau había cruzado en primer lugar; en nuestro flanco izquierdo avanzaba el Lincoln-Washington. Nuestra Compañía nº 2 avanzó rápidamente por los campos y viñedos con la vista completamente alerta. Al salir el sol los pelotones y secciones ya estaban en el camino que conduce a Gandesa, la población en que el batallón británico y otras unidades habían tenido algún enfrentamiento contra el avance enemigo durante la retirada de marzo/abril de 1938. ¡Y el enemigo seguía sin dar señales! «¿Dónde están?» Eran mis pensamientos y los de muchos otros. Yo iba aligerando mi equipo. El sol comenzó a ser abrasador. El pelotón principal estaba unos 250 metros por delante y las secciones avanzaban por los dos flancos. La compañía seguía el horario previsto, y habían pasado cuatro horas desde el cruce del Ebro. Seguíamos sin escuchar un solo disparo. Todo parecía irreal. ¿Íbamos hacia una trampa? Ni siguiera habíamos visto aviones enemigos. Seguimos adelante. Era evidente que los fascistas no habían imaginado que un ejército mal vestido y mal armado osaría cruzar el Ebro, un río con una corriente caudalosa y rápida, y atacar en el corazón de sus posiciones fascistas.