Cota 705

Agresión fascista a la memoria de los defensores de la República

Pinell de Brai es un laborioso pueblo catalán situado entre Gandesa y Miravet. Está situado en las tierras del Ebro, en el valle,  pero sus ojos miran también a las altas sierras de Pandols y de Cavalls, símbolos de la resistencia republicana durante la batalla del Ebro.

Foto del Diari de Tarragona

En Pandols lucharon primero los hombres del V Cuerpo de Ejército republicano, dirigido por Enrique Líster. Las fuerzas de Franco tomaron dos terceras partes de la sierra de Pandols en los primeros días de Agosto. En esos combates intervinieron soldados muy jóvenes de la Quinta del Biberón que, a pesar de su valentía, perdieron la cota 705, la más alta de la sierra. En la segunda quincena de agosto, las tropas republicanas aguantaron las duras embestidas fascistas apoyadas por toneladas de bombas de la artillería y la aviación italo-alemana. La XV brigada internacional hizo honor a su compromiso por la libertad y convirtió en un muro infranqueable la cadena de colinas denominadas 666 (defendida por el batallón británico y el Lincoln), 609 (canadienses del Mac-Pap) y 602 (defendida por el batallón Español-Spanish (cubanos y latinoamericanos).

En recuerdo de los que murieron en el Ebro, los supervivientes de la Quinta del Biberón levantaron en 1989 un monumento a la Paz. En los años posteriores, sobre el muro que cierra la terraza del monumento, se fueron colocando placas memoriales dedicadas a distintos grupos: los combatientes del Ebro, a los miembros de la defensa antiaérea, a los combatientes de la UGT, a los hijos de La Canonja (pueblo de Tarragona), a la Quinta del Biberón, a Enrique Líster, al batallón Británico y a la 43 División. Aquí se puede ver un reportaje fotográfico de nuestro compañero Óscar Rodríguez.

Todos los años, el 25 de julio, los supervivientes de la Quinta subían a la cota para recordar a sus compañeros. El pasado año ya quedaban menos, 15, y un grito salió de aquel grupo: «No dejen morir este monumento«Fue un grito de angustia ante el olvido de aquella guerra, porque ese olvido supone el riesgo de volver a repetirla de manos de los herederos de los que entonces la provocaron: las derechas fascistas. Y no era un grito en vano, como lo ha demostrado la reciente agresión perpetrada contra el muro de la memoria: según la foto publicada por el Diari de Tarragona han sido arrancadas tres placas: las dedicadas a la batería de defensa antiaérea, a los combatientes de UGT y a Líster. Las demás, incluida la del British battalion, no han sido afectadas, pero sí dañadas moralmente. 

Hay que condenar esta salvaje agresión que se une a tantas otras realizadas por las bandas fascistas que pacen a sus anchas. Recordamos en especial las que en repetidas ocasiones se han cometido contra el monumento a las Brigadas Internacionales de la Ciudad Universitaria de Madrid. Dejar que estas agresiones queden impunes es dejar que la semilla del mal crezca y se convierta de nuevo en el monstruo de la violencia y de la guerra. Hay que exigir de las autoridades la persecución de estos vándalos.

Pero también hay que pedir al gobierno que termine con su actitud  complaciente, o al menos displicente, ante los promotores de aquella  agresión contra la democracia republicana que en 1936 condujo a la bárbara guerra y a la destrucción que le siguió. Los crímenes del franquismo no pueden quedar impunes. Y hay que honrar públicamente, sin vacilaciones, la memoria de los españoles e internacionales que, al intentar frenar la marea fascista, lucharon por la libertad de España y del mundo. Su derrota en 1939 fue dramática; pero su lucha marcó el camino de la victoria en 1945.

A todos esos combatientes rindió homenaje un grupo esperantista el pasado mes de diciembre en el cementerio de Montjuic. He aquí las imágenes de ese emotivo acto, (sirva como contraste de la violencia desatada en Pandols) acompañadas por el sonido al violín de El cant dels ocells, de Pau Casals.

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