G. Taro 14

En el 77º aniversario de la muerte de Gerda Taro

El 26 de julio rememoramos la muerte de esta fotoperiodista que murió el último día de la batalla de Brunete. 

Gerda Taro se había dedicado con pasión a fotografiar el horror de aquella guerra impuesta por el fascismo agresivo. Recibió unas primeras lecciones de su compañero Robert Capa y pronto fue capaz de hacer su propio trabajo dándole un toque diferente, más humanizado.En julio de 1937 pidió autorización a Constancia de la Mora, responsable del servicio republicano de prensa, para cubrir la batalla que se estaba librando:

 “Es necesario que yo llegue a Madrid antes de que termine nuestra ofensiva”. Su intención era mostrar al mundo la verdad de lo que estaba sucediendo en España y que su material sirviera al Comité de no-intervención para que detuviera la barbarie. Conseguido el permiso, Gerda arriesgó su vida continuamente para dar un cuadro verídico de los combates que se estaban librando.

El 25 de julio se produjo un furioso contraataque. El día anterior las tropas fascistas habían conquistado Brunete y, durante la mañana del 25, Líster lanzó sus diezmadas fuerzas a recuperar aquellas ruinas humeantes desde el enclave del cementerio. Lograron entrar varias veces, y otras tantas fueron rechazadas. A las 4 de la tarde, los fascistas tomaron el cementerio. A esa misma hora la 14 división de Cipriano Mera debía relevar a la 11 división de Líster, desgastada por 20 días de durísimos combates. Cuando las tropas de Mera iniciaron el desplazamiento hacia las posiciones de vanguardia, un durísimo bombardeo de la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria italiana se cebó sobre ellas. Los bombardeos en tapiz, primero, y el ametrallamiento a ras de tierra produjeron el caos y el pánico de las tropas de Mera, que retrocedieron hacia Villanueva de la Cañada. Afortunadamente el pánico pudo contenerse y la línea quedó fijada medio kilómetro al sur de esta localidad.

Cuando amainó el bombardeo, Taro salió del agujero en que se había metido junto con Ted Allan y ambos echaron a andar en dirección a Villanueva. Allí montaron en el coche del general Walter, que éste había cedido para ayudar al transporte de heridos a El Escorial. Desde el estribo del coche Gerda pudo apreciar la cantidad de muertos y heridos tendidos junto a la carretera. De repente, antes de llegar Valdemorillo, la aviación fascista volvió para sembrar el terror. En aquella confusión, un tanque republicano invadió la carretera y rozó el coche en que iba Gerda, la hizo caer y sus cadenas la aplastaron de la cintura a los pies. Trasladada con urgencia a un hospital de El Escorial, fue atendida sin apenas esperanza. Tras una noche de agonía, solo aliviada por la morfina, murió a las 5 de la madrugada del 26 de julio. Tenía 27 años.

Rafael Alberti recogió su cuerpo para ser velado en el palacio de Zabalburu, sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas ubicado en la madrileña calle del marqués del Duero, junto a Cibeles. Días después fue llevada a París, donde recibió un nuevo homenaje popular que fue otra manifestación de apoyo a los defensores de la República. Sus restos descansan en el cementerio de Père Lachaise, en una tumba esculpida por Giacometti.

Gerda Taro en la memoria

Extraído de la biografía de Fernando Olmeda Gerda Taro. Fotógrafa de guerra

En el primer aniversario de su muerte, un artículo publicado por Life la recuerda como la primera fotógrafa de la historia fallecida en combate, y destaca la singularidad y la autenticidad de su trabajo… Honor y olvido. A pesar de las promesas de sus compañeros y amigos, su fama fue efímera, y su memoria se evaporó muy pronto.

En Francia, la guerra chino-japonesa comenzó a ocupar espacio prioritario en las portadas de los diarios, y sólo esporádicamente se publicaron reportajes de Gerda Taro en revistas de Checoslovaquia, Suiza y España. Jaime Miravitlles, comisario de Propaganda de la Generalitat, dejó escrito: “El reportero gráfico fue el «soldado civil» de aquella guerra; la Leika, el aparato que hizo posible captar la verdad instantánea de la Vida y de la Muerte, y la dulce amiga de Capa, Gerda, la mártir inocente de aquella inmensa tragedia”

Sus amigos españoles se llevaron al exilio su recuerdo, que expresó Luis Pérez Infante en forma de poema:

Gerda Taro, muerta en el frente de Brunete

Si es verdad que caíste, camarada, 
también es cierto que viviendo sigues
eterna juventud entre nosotros.
Lo mismo que la rosa
vista por la mañana en mayo un día,
si luego la encontramos
muy lejos del rosal, pisoteada,
perdura en el recuerdo lozanísima,
así para nosotros, Gerda, eres.

A pesar de tu muerte y tus despojos,
el oro viejo que tu pelo era,
la fresca flor de tu sonrisa al viento
y tu gracia al saltar
burlándote a las balas,
para grabar escenas de la lucha,
nos dan aliento, Gerda, todavía.

En nuestra casa vives, no lo dudes;
por todos los rincones siempre habitas;
las paredes reflejan tu figura,
y este dolor tan hondo que sentimos
lo preside a diario tu presencia.

La guerra sigue igual, como la viste.
Y en medio de esta muerte, esta ruina,
más agudo que silban los obuses,
más fuerte que la bomba en su estallido,
te decimos con fe nuestra esperanza:
que puede más la flor con su hermosura.

Luis Pérez Infante
Publicada en El Mono Azul, nº 28, el 12 de agosto de 1937