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Refugiados e inmigrantes. Las dos caras del desorden mundial
Las tragedias del mundo se asimilan con circunspección sentados en el sofá ante la TV o en una terraza de verano. El pasado verano pasó en Gaza, cuando la maquinaria de guerra israelí masacró a su población. Y no pasó nada.
Este verano hemos visto pasar las imágenes de los miles de africanos que huyen de la miseria y las guerras, los centenares de ahogados en el Mediterráneo, la riada de los refugiados que vienen de los horrores de la guerra en Siria y en el Oriente Medio… y de pronto llega el momento de reaccionar. Aunque sea con cinismo.
Fue la foto del niño Aylan en la playa turca. ¡Cuántos Aylanes han tenido que morir para que finalmente varíe la respuesta de la insolidaria Europa! Ahora, por fin, reaccionan las autoridades europeas, como las españolas, espoleadas por sus opiniones públicas.https://www.youtube.com/watch?v=QBcp3Kqm7bo
En las ciudades con gobiernos de confluencia popular han surgido pronto iniciativas para acoger refugiados. Está muy bien. Pero ¿qué se hace con el drama de los inmigrantes llamados ilegales?https://www.youtube.com/watch?v=8MHRcDAQgZI
Se pueden hacer muchas cosas para paliar estas tragedias, pero también hay que mirar más allá. Mientras perduren las causas que produjeron estas dramáticas situaciones, el fantasma de los refugiados y de la inmigración, como el azote de la guerra, seguirá sacudiendo a Europa, y a los Estados Unidos.
Y esas causas no son otras que el injusto orden mundial basado en dos pilares: un sistema capitalista que crea las grandes desigualdades entre ricos y pobres, así como entre países ricos y países pobres. Ese es el motor de la emigración a los países ricos.
El segundo pilar es el control geopolítico ejercido por las grandes potencias que tienden a perpetuar ese statuo quo: su instrumento es la OTAN, dirigida por los EEUU, con la colaboración de la UE, y secundada por otros países que intentan sacar tajada en el reparto del poder y la riqueza a escala mundial. Son estos países los que producen y venden armas que luego se emplearán en las guerras que ellos mismos promueven o apoyan.
La solidaridad es algo profundamente humano y bello. Ocurrió cuando la República española se vio afectada por el rayo del fascismo: un amplio movimiento mundial surgió con el grito de ¡Ayudad a España! Y vinieron las ambulancias, los víveres, las medicinas, los médicos y enfermeras, los voluntarios internacionales. Y se acogieron a miles de niños españoles en Inglaterra, Francia, Rusia, Bélgica, Holanda, Suecia, Rusia…
Pero la solidaridad tiene un complemento: la lucha contra las raíces de la guerra y la pobreza, la lucha contra un orden mundial que condena al mundo a sufrir un rosario interminable de tragedias. Podemos comenzar a crear otro mundo más justo. Comencemos por España, apoyemos a las fuerzas que luchan por él, sumémonos a la corriente de unidad popular.