Cedo Pakor

La historia del voluntario Cedomir Kapor en España

Comisión histórica de la AABI

Hace pocos días el periodista Rafael Ordóñez publicó en El Independiente un artículo, “El brigadista y el dibujante: la vida en cuatro guerras”, en el que ponía en relación a Cedomir Kapor, voluntario yugoslavo en la BI, y a José Luis Rey Vila quien, bajo el alias de SIM, publicó uno de los libros gráficos más importantes de la guerra de España: Estampas de la Revolución española.

El artículo es apasionante ya que enlaza el intento frustrado de Cedo de comprar el libro en la Barcelona hambrienta de finales de 1938 con su hallazgo treinta años después (un republicano exiliado en México se lo envió) y el sueño de verlo publicado en Yugoslavia en el año 2000. Sobre la vida de Cedo el yugoslavo Almir Berkovac realizó en 2014 el documental Reprint. Cede Kopar, con subtítulos en inglés. Merece la pena verse.

Hemos indagado, por nuestra parte, un poco más en el paso por España de este voluntario (que luego se embarcará en la lucha contra el nazismo en Yugoslavia, con los partisanos de Tito) y el resultado han sido estas notas.

Cedomir Kapor llegó a España el 26 de marzo de 1938. En los meses anteriores había estado confeccionando en Belgrado centenares de pasaportes falsos para los miembros del Partido Comunista de Yugoslavia que tenían que escapar a la dictadura o querían ir a luchar a España. Tras un corto adiestramiento en Albacete (probablemente en Casas Ibáñez) se incorporó al recién creado Batallón divisionario de la 45 DI (compuesta por aquel entonces por la XII y la XIII BI y la 139 BM). Este batallón salió urgentemente hacia Cataluña y se reorganizó en Cambrils con los voluntarios de Europa oriental a los que se después se agregaron una buena porción de españoles.En los meses siguientes estuvo preparándose en la zona sur de Tarragona para la prevista ofensiva del Ebro.

El 25 de julio el batallón divisionario, y con él Cedo, intervino (con la XIV BI) en el intento de cruce del Ebro a la altura de Campredó (entre Tortosa y Amposta). En las semanas siguientes se mantuvo vigilante en la zona del Ebro mientras las demás divisiones del V CE (Líster) intentaban adentrarse hacia Gandesa o defenderse de las sucesivas contraofensivas franquistas.

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A principios de septiembre el Ejército del Ebro convocó a las dos Divisiones internacionales para defender la línea que las fuerzas fascistas pretendían perforar entre el vértice Gaeta (noreste de Villalba dels Arcs) y la sierra de Cavalls. A pesar de las miles de toneladas de bombas lanzadas durante tres semanas, día y noche, por la artillería y la aviación fascistas las líneas resistieron el empuje de la barbarie, cediendo tan solo unos centenares de metros. Los informes de las divisiones franquistas son elocuentes: “El enemigo… ofrece una resistencia tenaz; el avance se hace muy lentamente y se hace muy caro” (12 División). “Los tabores tienen que avanzar limpiando con granadas de mano las trincheras de un enemigo que no han podido desalojar ni los repetidos bombardeos ni las continuas concentraciones de artillería” (13 División).

Todas las BI defendieron con heroísmo el honor de la República, como hemos explicado en diversos artículos: Las Brigadas Internacionales en la batalla del Ebro (3), Los garibaldinos en la batalla del Ebro… Pero en este caso queremos fijarnos en la actuación de nuestro Cedo Kopar y en la de su Batallón Divisionario. Sobre él publicó un artículo el Boletín de la 45 DI Bayonetas Internacionales.

Extraemos los siguientes párrafos:

El Batallón Divisionario era un verdadero símbolo de la solidaridad antifascista internacional: checoslovacos, rumanos, búlgaros, húngaros y de otras nacionalidades estaban representados en él formando un bloque perfecto, soldado por la sangre sacrificada en común y por la voluntad de todos de cerrar el paso al invasor.

…Los días más heroicos, el Batallón Divisionario los ha vivi­do en el Valle Vilavert donde, al lado de todas las Brigadas de nuestra División, ha rechazado los ataques furiosos de los ejércitos de la invasión, durante más de dos semanas. Bajo la lluvia de fuego y de acero, lanzada por más de doscientas piezas de artillería y de centenares de aviones, el Batallón Divisionario se ha batido con una bravura y abnegación sin igual. Ataque tras ataque de las tropas fascistas –había días que atacaron cinco veces seguidas– se han estrellado sobre la firmeza de los combatientes divisionarios. Aún más: después de muchas horas de bombardeo destruc­tor, cuando el enemigo ya pensaba que toda la resistencia física y moral se encontraba aniquilada, nuestros soldados se lanzaban en ataque, impi­diendo la ejecución de los planes del enemigo.

Fue así en las noches del 10 y del 11 de septiembre, cuando la 1ª y la 2ª Compañías reconquistaron la cota 450 y llegaron a las alambradas de la cota 471, teniendo las posiciones conquistadas durante unas horas, a pesar del fuego mortí­fero de los fascistas. Fue lo mismo durante la noche del 13, cuando la 4ª, junto con el grupo de choque, realizó un golpe de mano sobre la cota penetrando en las trincheras del enemigo. Estos ataques… se realizaron con un empuje sin igual. Nuestros soldados avanzaron bajo el fuego enemigo a los gritos de ¡Adelante! y ¡Viva la República! y desalojaron a los fascistas de sus posiciones.

…De la misma muerte heroica murió el sargento húngaro Wagner Josef. El sargento español Antonio Domínguez, herido en el pecho, en la pierna y en la mano, se negó a ser evacuado haciéndose él mismo la cura de las heridas y empuñando un fusil ametrallador dejado por un camarada muerto. El cabo rumano Calin Jon y el soldado yugoslavo Chedomir Capor, los primeros que llegaron a las trincheras enemigas, lanzaron allí sus bombas de mano y fueron heridos, el rumano delante de las alambradas y el yugoslavo tras haberlas atravesado como el primero de los atacantes.

De la dureza de los combates da prueba la reducción drástica de los combatientes: el 7 de septiembre el batallón contaba con 774 efectivos. El 17 estos habían bajado a 387 y el 22 a 213. Entre las bajas estuvo la de Cedomir Kapor, quien por otra parte tuvo una mención honorífica por su comportamiento heroico en uno de los frecuentes contraataques (defensa activa) que jalonaron aquellas jornadas. “A la cabeza en el ataque, llegó el primero a las trincheras del enemigo, atravesando las alambradas y matando a dos fascistas. Herido”, dice el documento del RGASPI.

Así que Cedo tuvo que ser hospitalizado en Barcelona y allí fue donde se encontró con el libro Estampas de la Revolución, que entonces no pudo comprar. Para entonces las BI habían sido retiradas del frente y estaban preparando su salida de España. Las autoridades francesas no concedieron derecho de asilo o tránsito a los voluntarios de países no democráticos, por lo que tuvieron que quedarse algunos meses más. Cedo pidió una autorización de establecerse en Francia, lo que fue denegado:

A finales de enero, cuando Barcelona estaba a punto de caer y el frente fascista avanzaba aceleradamente hacia la frontera, los brigadistas fueron invitados a tomar las armas, cosa que seguramente haría Cedo hasta verse obligado a unirse al medio millón de fugitivos que cruzaron la frontera (Cedo lo hizo el 12 de febrero) para ser internados en campos de concentración. Cedo estuvo dos años en el campo de Saint Cyprien, al este de Perpiñán.

Brigadistas yugoslavos en Saint Cyprien. Cedo marcado con una flecha

Luego las autoridades francesas de Vichy le entregaron como a muchos otros a Alemania. Afortunadamente pudo salir de Alemania y unirse en Yugoslavia a los partisanos de Tito que encabezaron la lucha contra los ocupantes nazis, continuando así la lucha iniciada en España.