La mujeres americanas y la guerra civil española
Publicamos la ponencia presentada en las Jornadas «Solidarias» de Paris (octubre de2018), escrita por Nancy Phillips, Georgia Wever et Lise Vogel, FFALB (Amigos y Familias de la Brigada Abraham Lincoln)
Más de ochenta y cinco mujeres americanas se fueron a España entre 1936 y 1939 para apoyar a la República española. ¿Quiénes eran? Mayormente intelectuales que ofrecían su apoyo a través de sus escritos, mujeres que se juntaron a organizaciones de ayuda humanitaria, periodistas o personal médico.
En este artículo nos proponemos describir aquellas mujeres que viajaron a España para manifestar su solidaridad con la República española, con énfasis sobre las periodistas y el personal médico. Tenemos muchas informaciones acerca de sus vidas y sus experiencias en España, gracias a unos investigadores que se interesaron en sus casos casi a su regreso a Estados Unidos.
Muchas mujeres empezaron su carrera de periodista durante la Guerra Civil española en tanto que corresponsal de guerra, un ámbito de competencia muy masculino hasta entonces.Entre ellas destacamos a Martha Gellhorn y a Josephine Herbst, ambas eran ya periodistas antes de su salida para España y ambas llegaron ahí sin tarjeta de prensa. En sus reportajes sobre España, Gellhorn y Herbst escogieron describir la vida diaria de las poblaciones civiles y de los combatientes y no la estrategia de las meras batallas. Por lo cual traspasaron los límites del reportaje de guerra tradicional. Además, describieron bien el desliz hacia la guerra moderna contra las poblaciones civiles que inició la Guerra Civil española. Este nuevo enfoque necesitaba un nuevo estilo que Gelhorm y Herbst lograron gracias a la descripción empática de los sufrimientos de España; así iniciaron un estilo nuevo de periodismo.
La historia de las voluntarias americanas del cuerpo médico se inició en 1936 cuando un grupo de médicos creó la AMB (Organismo Médico Americano) para ayudar la democracia española. Al principio su objetivo era mandar ambulancias y material médico a la República Española. Cuando se dieron cuenta de que era claramente insuficiente, la AMB se encargó de reclutar personal médico voluntario y organizar hospitales de campo en España. Este compromiso de respaldar o llevar una ayuda más allá de las fronteras en contra de la política extranjera de los Estados Unidos, constituyó una nueva forma de activismo político del personal médico.
Mandaron a unas setenta y cinco mujeres voluntarias a España vía la AMB, entre las cuales más de cuarenta enfermeras y también técnicas de laboratorio, asistentes administrativas, personal médico diverso y una conductora de ambulancia. Trabajaron conjuntamente con sus colegas españoles e internacionales a la creación de estructuras hospitalarias completas con su personal y sus unidades de cirugía y medicina, de hospitales de campo y de puestos de primeros auxilios en toda España. En cuanto a las enfermeras, la mayoría era oriunda de la clase urbana pobre u obrera, hijas de obreros emigrados de la Europa del Este o de Rusia, es decir obreras que habían trabajado en fábricas antes de empezar una formación de enfermeras. Un veinte y cinco por ciento de aquellas voluntarias eran miembro del Partido Comunista o de La Juventud Comunista. La mayor parte venía de la izquierda liberal o de la extrema izquierda. Más de la mitad eran judías no practicantes. Una de ellas era afroamericana. Casi todas eran activistas en un sindicato de enfermeras recién creado.
Es por medio de cartas, periódicos, libros, conferencias o entrevistas como estas mujeres han explicado las razones por las cuales decidieron irse a España, lo que ahí encontraron, y lo que les pasó al volver, así como su análisis personal de su experiencia. Cuentan ellas mismas sus historias mucho mejor que lo podríamos hacer, pues, les dejamos la palabra.
Evelyn Hutchins no sólo era conductora de ambulancias, sino también una de las dos únicas mujeres miembro de La Quince (Brigada Abraham Lincoln). La otra era Marion Merriman, que tenía el rango de coronel en esta misma brigada. Evelyn Hutchins creció en una familia de izquierda y se convirtió en feminista convencida. Ella era antifacista mucho antes de irse a España. Aquí tenemos sus propias palabras:
La primera vez que oí hablar de España, fue cuando decidieron que en toda España iban a escolarizar a los niños, hasta en los pueblecitos donde jamás habían tenido escuela. Y que han otorgado el derecho de voto. Y que las mujeres han podido votar también. Pensé entonces que era fabuloso, por lo menos no seguían el camino de Alemania o de Italia… quiero decir, era otro tipo de país.ÂÂ Les pregunté si me hubieran permitido conducir una ambulancia si yo fuera hombre, admitieron que sí. Entonces les dije, bueno, si no me contratan no sois más que unos machistas, y punto … les armé la gorda y les avergoncé tanto que al final me contrataron.
Cuando Hilda Bell Roberts se portó voluntaria para irse a España, ni siquiera había sacado el diploma del Philadelphia’s Jewish Hospital of Nursing (Hospital Judío de Enfermeras de Philadelphia). Dice:
He crecido en la pobreza, en un medio muy consciente de los problemas de la clase obrera. Mi madre era parte de la International Ladies Garment Workers Union (Sindicato Internacional de Trabajadoras de Vestir). Mis padres eran ambos miembros del Workmen’s Circle, (Círculo de Trabajadores) un grupo socialista y cultural Judío… Tuve que trabajar en fábrica para pagar los 90 dólares de la matrícula en la escuela de enfermeras.
Las razones de mi voluntariado fueron a la vez políticas y humanitarias. Me enojé al ver que Hitler y Mussolini se habían unido a Franco para tratar de derrocar a la República Española. Sentí solidaridad con aquella gente pobre que luchaba para mantener su democracia. Como judía no practicante, yo me sentía muy amenazada por la expansión del fascismo. Estaba convencida de que el fascismo podría destruirlo todo. Justo antes de salir para España, me afilié al Partido Comunista porque pensé que primero tenía que ser legítima antes de ir allá (insiste Hilda). Pero de toda forma me hubiera ido a España, lo quería, era importante para mí, hacerlo.
Irene Goldin Spiegel se incorporó de enfermera con las unidades inglesas y americanas en España. Cuando le preguntaron por qué lo hizo, dijo:
No estaba politizada en absoluto, pero en una reunión del sindicato de enfermeras en el hospital donde trabajaba, escuché la llamada del AMB en busca de enfermeras para España. Postulé y me preguntaron: «¿Por qué quieres irte a España?» Respondí: «Para luchar contra el fascismo». Pensé que podría ayudar. Me aceptaron.
Salaria Kea, la única enfermera afroamericana, nació en Georgia, luego se mudó a Nueva York y se graduó de la Escuela de Enfermería del Hospital de Harlem. Sobre España, ella dijo:
Pensé, no voy a sentarme y dejar que eso suceda. ¡Tengo que moverme para ayudar, incluso si mi vida está en juego! Y yo soy enfermera Vean a todos estos soldados y heridos, vean a toda esta gente, incluso niños bajo las bombas. A nadie le importa todo eso. Mujeres, hombres, todos. Y así, cumplía con mis deberes cristianos… Salí en barco de Nueva York con la segunda Unidad Médica Estadounidense… Yo era la única representante de la raza negra.
Esther Silverstein Blanc era enfermera y oficiaba en el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos cuando salió hacia España.
Mis padres… eran pobres, inmigrantes judíos de Rumania… Me hubiera gustado ser médica, pero mi familia era demasiado pobre para enviarme a la universidad, así que me hice enfermera. Trabajé con los marineros mercantes durante la huelga terrible del puerto en 1936-37. Fue cuando me convencí de la importancia del poder sindical. Sabía por qué me portaba voluntaria para España. Desde el principio estaba perfectamente al tanto de las persecuciones y de todo lo que estaba sucediendo con los judíos en Europa. Yo era una antifascista convencida como todos los judíos que conocía. Encima, era comunista, es decir que creía en el ideal socialista. Yo sé porqué me fui a España; fue para ayudar. Yo era realmente antifascista.
¿Qué encontraron estas voluntarias en España?
Fredericka Martin era una enfermera experimentada y un miembro activo de su sindicato de enfermeras cuando fue elegida para ser jefe de enfermería y administradora de la AMB. Escribió en España: «Parece que nos hemos pasado toda la vida corriendo ciegamente por aquellos corredores fríos. A partir de aquel momento y a lo largo de toda nuestra vida hemos odiado esta luz blanca de la luna, porque es la señal de que los pájaros de la muerte no están muy lejos, más bien muy cerca de nosotros, y nunca podremos encontrar la hermosa la luz de la luna, ni siquiera para asociarla a una historia de amor. A partir de aquel momento y toda nuestra vida hemos sentido el odio que hemos experimentado aquí, al ver el daño devastador causado por las balas dum-dum en la carne y los huesos de la juventud más bella del mundo. La otra cosa que quiero subrayar es el difícil trabajo de enfermera. Nunca es impersonal. Los pacientes hacen realmente parte de nosotros. Cuando sufren, sufrimos y también aprendemos a odiar. Siempre hay una increíble transferencia emocional».
Ann Taft ayudó a establecer el primer hospital estadounidense en Romeral. Ella escribió:
Mi primer quirófano… no tenía agua corriente, teníamos que llevar el agua a casa después de sacarla del pozo, luego verterla en latas para lavarnos las manos. Pasábamos horas imaginando cómo esterilizar nuestros instrumentos para que salieran secos. No hemos dejado de buscar formas de hacerlo, a pesar de pasar cinco meses allí. El esterilizador era de mala calidad y el agua muy dura, por lo que cuando los instrumentos habían hervido, salían cubiertos de sarro, barro mugre y todo lo demás…
Los heridos llegaban día y noche. Hacía tanto frío que cuando estaba de asistente en una operación, solía saltar de un pie al otro para calentarme un poco… No había compresas, usábamos gasa o muselina. No había catgut o caja estéril, tuvimos que saquear la cocina, y todas las ollas con tapa terminaron en nuestra sala de operaciones… Hacía tanto frío que podíamos ver nubes de vapor subiendo del abdomen o de las heridas de nuestros pacientes. Es increíble que, a pesar de estas dificultades, nuestra tasa de mortalidad se mantuviera tan baja y a veces nos sorprendió la velocidad de recuperación de nuestros casos más graves. Pero parece que la voluntad de vivir es mayor cuando uno lucha por un mundo mejor.
Lini de Vries era una estadounidense de origen holandés que había trabajado como enfermera y trabajadora social antes de irse a España. Dirigió el hospital americano n°3 en la carretera de Madrid a Valencia. Ella escribió:
Fue en febrero de 1937 cuando nos asignaron a la Batalla del Jarama en el frente de Madrid… Cuatro horas después del comienzo de la batalla, temíamos noventa y tres heridos. Nuestro hospital estaba planeado para cincuenta. Un poco más tarde, el mismo día, teníamos doscientos. Yo estaba en el primer piso donde llegaban, los que habían muerto en el camino habían sido abandonados en el patio helado. Los heridos yacían en el suelo o a dos o tres por cama. Luchábamos primero para mantenerlos en vida. Después tomábamos sus apellidos para registrarlos como heridos. Cuando teníamos tiempo, desgarrábamos la ropa de los muertos congelados y rígidos, para ver si tenían cartas o información para identificarlos. Yo cortaba la ropa de muchachos con quienes había bailado durante nuestro viaje a España… Las lágrimas serían para después.
Ave Bruzzichesi nació en una familia católica polaca. Había sido influenciada por un sacerdote católico que defendía la causa republicana. Ella ayudó a establecer en un tiempo récord un hospital móvil de doscientas camas destinado a recibir y a tratar a los primeros heridos de la batalla de Teruel. Se quedó en España para atender a los heridos y enfermos que no podían seguir la Retirada a fines de 1938. Ella escribió:
Quiero contar la evacuación de Barcelona… los sufrimientos ordinarios de frío y falta de comida. Cada vez las incursiones aéreas complicaban el cuidado de los heridos, esqueléticos, hambrientos y con sabañones… Valencia se convirtió en un centro de clasificación para la evacuación de miles y miles de personas tiradas en las carreteras. Buscábamos comida en granjas desiertas, cuando teníamos tiempo… A veces tuvimos que improvisar puestos de primeros auxilios a lo largo de los caminos que seguíamos, para que nadie se quedara atrás (excepto los muertos).
¿Qué les pasó a esas voluntarias después de su regreso de España?
Al regresar, la mayoría de las enfermeras empezaron inmediatamente a dar conferencias para recaudar fondos a fin de comprar material médico, ropa y suministros de socorro para España o para los refugiados españoles. Lini de Vries, por ejemplo, recuerda que en junio, julio y agosto de 1937 recorrió todo el país, dando a veces hasta tres o cuatro conferencias por día. De hecho, muchas voluntarias permanecieron leales durante toda su vida al activismo político que las había llevado a España. Por ejemplo, Evelyn Hutchins reanudó con su organización sindical de empleados de oficinas y tiendas e inició campañas para salvar las vidas de los sindicalistas españoles encarcelados bajo Franco. Hilda Bell Roberts se dedicó a organizar campañas por la paz y la justicia social.
Lini de Vries luchó por la salud y la protección social de los pobres como agente de salud pública en los Estados Unidos y México. Mildred Rackley, que había sido secretaria e intérprete de AMB, se dedicó a organizar sindicatos de astilleros en California. Ruth Davidow, que había crecido en una familia de sindicalistas y era enfermera en el frente de Córdoba y durante la ofensiva del Ebro, se dedicó años tras años a muchas causas progresistas, incluso con los movimientos pacifistas o por los derechos civiles. No debemos olvidar que en las décadas de 1940 y 1950 un gran número de aquellas mujeres ex voluntarias se vieron acosadas por el FBI y el Comité de Actividades Antiamericanas. Lini de Vries, por ejemplo, fue perseguida por el FBI, no encontró trabajo y tuvo que exiliarse a México. Fredericka Martin decidió que estaba harta de esta caza de brujas anticomunista y se refugió también a México.
¿Que opinaban de España estas voluntarias años después?
Como sus entrevistas lo atestiguan, y a pesar de los malos trances que pasaron, cincuenta años después, estas enfermeras comentan así sus actividades en España.
Salaria Kea: “La única vez que la gente mostró un verdadero respeto por mis actividades, fue en España… tengo que confesarlo, pero la época más linda de mi vida fue cuando estaba en España”.
Hilda Bell Roberts: “No había ninguna diferencia de trato entre hombres y mujeres; y los médicos españoles nos trataban de igual a igual sin discriminación, al revés de los médicos de Philadelphia”.
Fredericka Martin: “Yo me sentía dueña de mi vida y de mis compromisos. El regalo másÂÂ bonito que recibí de parte de España fue la sensación de compañerismo. Mi peor experiencia fué tener que irme”.
Helen Freeman Feinberg, seriamente herida cerca de Caspe:”En Nueva York, las enfermeras eran ciudadanas de segunda clase. En España nos trataban como colaboradoras, iguales, compañeras”.
Esther Silverstein Blanc “[El bombardeo de Lérida en 1937] es el perfecto ejemplo de loÂÂ que representa el fascismo… un desatamiento salvaje y mortal para su propia cuenta queÂÂ deshumaniza todos los sectores de la sociedad. No tengo ninguna clase de remordimiento en cuanto a mis actividades en España. En relación conmigo, siempre me sentí feliz de haber ido.”
Y por fin, de Ruth Davidow: “Es en España donde entendí que nunca se debe dejar la militancia, es para toda la vida. Si notamos un hecho que no es justo, no hay que dar de espaldas. Jamás quedarse sentada y dejar las cosas correr.”
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La documentación acerca de las voluntarias americanas se puede encontrar en el Archivo de la brigada Abraham Lincoln Tamiment Library, New York University. Otros documentos en: De Vries “Up From the Cellar” (Vanilla Press 1979); Birn and Brown, Editors, “Comrades in Health” (Rutgers University Press 2013); Fyrth and Alexander, Editors, “Women’s Voices from the Spanish Civil War” (Lawrence and Wishart 1991); Bogacka-Rode “Straight Record and the Paper Trail: From Depression Reporters to Foreign Correspondents” (CUNY Academic Works 2014); Carroll and Fernandez, Editors, “Facing Fascism” (Museum of the City of New York and New York University Press 2007). Sin olvidar “Into the Fire: American Women in the Spanish Civil War”, una película de Julia Newman (2002).
Traducción de Nanette Mas