Dos artículos sobre la Sanidad Internacional y las mujeres antifascistas en Murcia

La revista Centum, de la Universidad de Murcia, ha publicado un número especial sobre los rectores de la Universidad durante la República y la Guerra de España y ha incluido otros artículos que creemos oportuno incluir en nuestra página. Más teniendo en cuenta que el calendario que hemos preparado para el 2021 estará dedicado a los hospitales que la solidaridad internacional organizó para atender a los innumerables heridos y enfermos, militares y civiles, que generó aquella guerra.

Murcia en la sanidad de las Brigadas Internacionales.
El hospital universitario Federica Montseny

Pedro Mª Egea Bruno- Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Murcia

La Universidad de Murcia y las Brigadas Internacionales se cruzaron en un punto de la guerra civil española. El 20 de octubre de 1935 se inauguró la nueva sede de la Universidad sobre el que había sido Colegio Marista de La Merced. Fue su primer y último curso hasta 1939. El día 1 de septiembre de 1936 un decreto suspendió toda la actividad académica. No fue la única alteración derivada de la contienda bélica. Fueron requisados los edificios más emblemáticos de la ciudad. El Instituto de Enseñanza Media, el Colegio Marista del Malecón, el Casino y la Universidad se convirtieron en hospitales de sangre de los voluntarios extranjeros.
El hospital universitario fue abierto el 2 de mayo de 1937 por la ministra de Sanidad Federica Montseny. Se le dio su nombre por la ayuda recibida en la instalación. Fue el más importante de los cuatro creados: 360 camas, tres quirófanos, un servicio radiológico y radiográfico completo, especialidades, sección de vendajes y esterilización, refectorio, sala de lectura, cantina y cocinas. Atendió a heridos de las brigadas y a soldados españoles. La prensa lo destacó como un hospital moderno, con un personal numeroso y celoso. Su director fue Konstantine Mitchev, de origen búlgaro. Con él trabajaron facultativos de todas las nacionalidades, con una importante participación de la mujer: médicas, enfermeras y auxiliares. Despedidas las brigadas pasó a ser el Hospital Militar Universidad.
Los heridos internacionales fueron evacuados a Barcelona en la noche del 8 al 9 de abril de 1938, aunque algunos se quedaron y fueron fusilados por los franquistas. En el cementerio de Espinardo existe una fosa común que acoge sus cuerpos junto con los de los fallecidos durante la contienda bélica.

Convalecientes internados en Murcia paseando por sus calles. El del centro es el brigadista judío Stanko Salomón (1937). Tuvieron una excelente acogida por parte de la población, sucediéndose los actos de homenaje. Foto: Archivo de la AABI



El hospital ocupa una de las alas de la Universidad. Se habilitan todos los espacios, como las galerías. El resto del edificio se utiliza como cuartel de las Brigadas Internacionales. Foto: Archivo de la AABI

 

El hospital Federica Montseny es el más importante de los cuatro creados en Murcia. Cuenta con 360 camas. Dispone de tres salas de operaciones, servicio radiográfico y radiológico, atención de especialidades, salas de vendajes y de esterilización. No faltan los orinales. Entre el instrumental médico se encuentren porrones, empleados en la esterilización de las heridas. La convivencia ideológica parece asegurada. En la pared pueden verse imágenes de Pasionaria, Durruti y Stalin. Todo bajo la advocación de Federica Montseny, de filiación anarquista. Foto: Archivo de la AABI

 

Murcia contó con un centro de reposo para convalecientes. Se instaló en el santuario de la Fuensanta. Enfermeras y pacientes. Las sonrisas difuminan el dramatismo de la guerra. Foto: Archivo de la AABI



Las fracturas abiertas terminaban en osteomielitis, a menudo en amputación. Aún no existían sulfas ni antibióticos. Del médico austriaco Max Langer -presente en Murcia- surge la idea de establecer un taller de prótesis en el hospital universitario. Foto: Archivo de la AABI  El comandante médico del hospital universitario es el búlgaro Zetar Minkov, de verdadero nombre Konstantine Mitchev. En la azotea del establecimiento. Foto: Archivo de la AABI




Mujeres antifascistas durante la guerra civil en Murcia

Magdalena Garrido Caballero. Universidad de Murcia

Enfermeras del hospital universitario Federica Montseny. Dieron muestra de una gran entrega. Estuvieron presentes numerosas nacionalidades. Entre ellas se encontraba la afroamericana Salaria Kea. Foto: Archivo de la AABI

Durante la guerra civil las mujeres acudieron al frente de batalla como milicianas hasta que se ordenó su retirada en 1937, tras la disolución de las milicias de voluntarios que dio paso a la organización del Ejército Popular de la República. Por tanto, el papel principal de las mujeres quedó relegado a las labores de ayuda en la retaguardia.
Fueron años de movilización política y social. Aparte de la afiliación en partidos políticos y sindicatos, las mujeres participaron en organizaciones específicas como la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA), presidida por Dolores Ibárruri, cuyo germen había sido la Asociación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo (constituida en 1933), vinculada a la Internacional Comunista, ilegalizada tras la Revolución de Asturias de 1934 y reorganizada en 1936. Sus objetivos prioritarios eran la lucha a favor de la causa antifascista y la defensa de la paz, la cultura y la libertad, desempeñando tareas de abastos a los frentes, auxilio a los combatientes y redactando contenidos para la revista “Mujeres”. En Cataluña, se formó la Unió de Dones de Catalunya (UDC). Estas organizaciones contaban con sus correspondientes agrupaciones juveniles: Unión de Muchachas (UM) y Aliança Nacional de la Dona Jove.
Desde el anarquismo, se constituyó Mujeres Libres en 1936, bajo la dirección de Lucía Sánchez, telefonista y poeta, cuyos fines, según se recogen sus estatutos en 1937, consistían en capacitar a la mujer y emanciparla de la triple esclavitud a la que estaba sometida como mujer, como ignorante y como trabajadora5. También se implicaron en otros organismos de acción humanitaria, como Solidaridad Internacional Antifascista (SIA) y Socorro Rojo Internacional (SRI), destacándose en la dirección de esta última Tina Modotti y Flor Cernuda, desempeñando labores de ayuda a la infancia, campañas de higiene y asistencia hospitalaria.
Así evoca Concha F. su experiencia durante la guerra civil como miliciana y la organización de Mujeres Antifascistas en Murcia: “Estuvimos en la Ciudad Universitaria de Madrid, bastante tiempo, y luego ya nos vinimos a Murcia a organizar a las Mujeres Antifascistas… sacamos unos cantos muy bonitos”.
La comisión organizadora en Murcia realizó el siguiente llamamiento, recogido en prensa local, en octubre de 1936, para que acudieran al Central Cinema:
¡Mujeres Antifascistas! La guerra civil desencadenada en nuestro país exige de todas las mujeres de sentimientos humanos mayor ayuda a aquellos defensores de nuestras vidas, de nuestro porvenir y el de nuestros hijos. Siendo necesaria la Constitución de una Asociación de Mujeres Antifascistas, para prestar la precisa colaboración de todas mujeres […] Formemos la retaguardia, y, todas unidas, ayudemos al triunfo de nuestra causa.

En marzo de 1938, tuvo lugar su primera conferencia provincial, participaron activamente Carmen Fuentes, Lucía García, Mercedes Pascual, Encarna Calvo. Tras el análisis de la situación y el balance de sus actividades, adoptaron las siguientes medidas: incorporación de todas las mujeres a los trabajos de producción, oficinas, establecimientos, municipios y puestos de responsabilidad, en aras a esa incorporación, debían procurarse comedores, casas cunas y jardines de infancia, fomentar la capacitación de las mujeres, solicitando ayuda económica del gobierno y técnica de los sindicatos, incorporación al trabajo de pensionistas, también de refugiados. Ante la influencia en la región del caciquismo, consideraban necesario promover mítines, charlas y conferencias, así como una mejor distribución de víveres y productos de primera necesidad, estar en contacto con los combatientes, alentarles, y mejorar la propia organización pues, aunque había progresado, para llevar sus resoluciones a la práctica, requerían de una mayor atención.

Enfermeras de las Brigadas Internacionales en Murcia. Foto: Archivo de la AABI




Con todo, las mujeres antifascistas desempeñaron múltiples labores, entre ellas, ayudaron especialmente en las campañas de invierno por medio de la confección de ropa para los combatientes: “Lo que hacíamos era recoger máquinas, que no las quitábamos. Las daban ellas mismas, las de las casas, e hicimos un taller precioso allí, en la Trapería, para hacer ropa para los milicianos”. Desde Murcia partieron convoyes con ropa, alpargatas y víveres remitidos al frente de Madrid por parte del Comité Provincial de Mujeres de Murcia, conjuntamente con otros comités comarcales. La imagen que se trasladó de ellas en la prensa afín del Frente Popular era la de “hadas protectoras que arrojan sobre ellos [los soldados] toda clase de bondades y beneficios”. El Comité de Mujeres Antifascistas de Cartagena organizó las brigadas de salvamento, que sacaron de los escombros a heridos y muertos de los bombardeos y constituyeron las brigadas de trabajo para la incorporación de mujeres en fábricas relevantes para la guerra, con un estilo de producción estajonavista.
Las mujeres antifascistas recaudaron donativos para los hospitales que acogían a combatientes republicanos, entre los que se encontraban brigadistas internacionales, y reclutaban a enfermeras, que precisaban aval de partido político o sindicato o certificado de afecta al Régimen republicano. Las aspirantes eran sometidas a examen de cultura general y realizaban un curso de dos meses en los hospitales, tras el que debían pasar un examen definitivo para ejercer. Además, ayudaron en la creación de guarderías, y atendieron a los refugiados. En el ámbito cultural, organizaron cursos de capacitación y cultura general, como los llevados a cabo en la sede de la AMA de la calle Fermín Galán. Y organizaron actividades recreativas con fines benéficos-
En síntesis, la implicación de las mujeres fue vital por el gran esfuerzo desplegado para cumplir con las exigencias de guerra, ya fuese en el frente de batalla o en la retaguardia, incorporándose en la producción, suministrando avituallamiento y elevando la moral de los soldados, entre otras actividades, haciendo frente a una situación de carestía que iba empeorando las condiciones de vida conforme se prolongaba la guerra, en la defensa de la II República y su modelo político y social, que había permitido una legislación más igualitaria. La derrota del Frente Popular llevó a estas mujeres movilizadas al exilio o sufrir las consecuencias de la represión de posguerra.

Interbrigadistas del cuerpo sanitario de Murcia. En la capital trabajaron cuatro equipos quirúrgicos, con los mejores cirujanos de Austria, Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Bulgaria y Yugoslavia. La mujer ocupó un papel muy relevante. Marie Lisbeth Glas –luego figura destacada de la psiquiatría mundial- recuerda que los moribundos únicamente pedían “agua” y “madre”.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *