Vandalizado un monumento a la Brigadas Internacionales en Escocia

Hoy mismo, domingo 27 de junio, nos llegó la noticia de que unos vándalos habían pintarrajeado el sábado 26 J el memorial de Motherwell, inaugurado en julio de 2013, a instancias del Comité memorial No Pasarán de North Lanarkshire.  Querían honrar la memoria de los 40 voluntarios que salieron de ese condado para luchar en España contra el fascismo. Once de ellos dejaron su vida en el suelo español.

Ocho años después, la memoria de estos héroes  ha recibido la primera agresión de parte de los neofascistas, que podrían ser de origen indistinto, posiblemente español. La policía escocesa parece que se ha tomado en serio la identificación de estos vándalos, como podemos ver en las declaraciones recogidas en el sitio de la BBC.

Por su parte Gillian Mackay, miembro del parlamento escocés, ha declarado que «este graffiti, que aparece semanas antes de las conmemoraciones anuales, es particularmente cruel. La naturaleza de la derecha es preocupante. En breve me pondré en contacto con el comité del parque para ver qué apoyo necesitan». Y un portavoz del Consejo de North Lanarkshire ha dicho: «Estamos muy tristes al saber que el Monumento a la Guerra Civil Española en el Parque Duquesa de Hamilton en Motherwell ha sido objeto de un acto de vandalismo atroz». Todo un ejemplo de la seriedad con que se toman en Escocia estas muestras crecientes del fascismo.

Bien diferente a lo que ocurre en España. El problema grave es que la lenidad con que son contempladas estas agresiones (de las que tenemos un amplio surtido) por parte de las autoridades españolas aumenta la sensación de impunidad con que actúan estos individuos o grupos. Las leyes, y en concreto la nueva Ley de Memoria Histórica, deberían ser más explícitas y duras respecto a estos actos.

La respuesta directa a la agresión ha sido ejemplar. Hoy domingo 27 J  el monumento ha sido limpiado. ¿Quién lo ha hecho?  Steven McGowan y su hijo de seis años, quienes se fueron en bici desde Wishaw para quitar la pintura del monumento. Steven quiso mostrar a su hijo la diferencia entre el bien y el mal. “Haz las cosas por el bien común, no por las palmaditas en la cabeza de los harapos de la derecha. No olvides que uno de los motivos por los que tenemos a esta gente con ideas fascistas es la difusión que de las mismas hacen ciertos periódicos”. Steven es un ejemplo a seguir, como los amigos de Vicálvaro cuando restauran el monumento vandalizado de su barrio o los estudiantes que limpian el monumento de la Ciudad Universitaria.

Pero hay que hacer algo más. Frente a la creciente banalización en nuestro país del fascismo (o peor aún, legitimación y difusión), hay que señalar el peligro de deslizamiento de sectores sociales amplios de la juventud hacia esas soluciones fáciles y perversas. Y esa es una de las principales tareas de la izquierda.

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