Torriente Brau

Elegía segunda a Pablo de la Torriente Brau

Hoy, 19 de diciembre, hace 77 años que murió Pablo de la Torriente Brau, cubano nacido en Puerto Rico y ciudadano de todo el mundo. Se vino a España al comienzo de la guerra como corresponsal y pronto vio que tenía que hacer algo más, aparte de escribir crónicas muy agudas de aquellos primeros meses de guerra que aparecieron en su libro En España peleando con milicianos.

En noviembre fue nombrado comisario de un batallón de la brigada de choque del Campesino con la que estuvo en la reserva en Madrid. El 17 de diciembre, tras la toma de Boadilla por las fuerzas de Franco, la brigada fue llamada para taponar el avance hacia Madahonda. Él y los suyos estuvieron luchando codo con codo con la XI BI. Lograron frenar el avance, pero Pablo cayó mortalmente herido en Romanillos, fatídico lugar donde meses después, durante la batalla de Brunete, encontrarían la muerte numerosos internacionales de la XIII BI. 

Su amigo Miguel Hernández, compañero de la Brigada, le dedicó un elogio fúnebre antes de llevarse sus restos a Barcelona, donde tenía que ser embarcado rumbo a su patria. No pudo ser, y su cuerpo fue depositado en un nicho del cementerio de Montjuic. Luego, en la posguerra, fue echado junto con otros a una fosa donde ahora yace, anónimo, pero en lugar posiblemente conocido. El espíritu de Pablo inspiró a los milicianos de entonces como más tarde inspiraría a los guerrilleros de Sierra Maestra. Hora es de que también inspire a los jóvenes de hoy para que sigan su estela de gigante, generoso:

“Me quedaré en España, compañero”,
me dijiste con gesto enamorado.
Y al fin sin tu edificio tronante de guerrero
en la hierba de España te has quedado.

Nadie llora a tu lado:
desde el soldado al duro comandante,
todos te ven, te cercan y te atienden
con ojos de granito amenazante,
con cejas incendiadas que todo el cielo encienden.
Valentín el volcán, que si llora algún día
será con unas lágrimas de hierro,
se viste emocionado de alegría
para robustecer el río de tu entierro.

Como el yunque que pierde su martillo,
Manuel Moral se calla
colérico y sencillo.
Y hay muchos capitanes y muchos comisarios
quitándote pedazos de metralla
poniéndote trofeos funerarios.

Ya no hablarás de vivos y de muertos,
ya disfrutas la muerte del héroe, ya la vida
no te verá en las calles ni en los puertos
pasar como una ráfaga garrida.

Pablo de la Torriente,
has quedado en España
y en mi alma caído:
nunca se pondrá el sol sobre tu frente,
heredará tu altura la montaña
y tu valor el toro del bramido.

De una forma vestida de preclara
has perdido las plumas y los besos,
con el sol español puesto en la cara
y el de Cuba en los huesos.

Pasad ante el cubano generoso,
hombres de su brigada,
con el fusil furioso,
las botas iracundas y la mano crispada.

Miradlo sonriendo a los terrones
y exigiendo venganza bajo sus dientes mudos
a nuestros más floridos batallones
y a sus varones como rayos rudos.

Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan.
No temáis que se extinga su sangre sin objeto,
porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan
aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto.

Miguel Hernández

Podéis escuchar estos versos musicados por Silvio Rodríguez