Septiembre 38. Las Brigadas Internacionales libran su último combate antifascista en España

Haciendo frente a la 4ª contraofensiva franquista en el Ebro (3-10 de septiembre de 1938)

A principios de septiembre el frente del Ebro parecía tranquilo, tras el fracaso de las tres primeras ofensivas lanzadas por las fuerzas de Franco. Pero ya se estaba gestando una nueva ofensiva. Modesto explicó así la situación inicial: “En septiembre se endureció más el signo de la batalla… En adelante los dos Cuerpos –el Marroquí y el del Maestrazgo– actuarían concentrados en una sola masa y empleadas en una sola dirección. Así podía obtener más potencia de fuego, mayor capacidad de penetración, más superioridad. El cuarto contraataque operativo dio comienzo el 3 de septiembre en dirección al cruce de Camposines”.

La defensa de este sector correspondió inicialmente a la 27 División, cuyas brigadas (122, 123 y 124) libraron una batalla eficaz y con honor afrontando una masa artillera de 300 cañones y sucesivas pasadas de decenas de bombarderos. Pese al heroísmo desplegado, la División republicana fue cediendo terreno y tuvo que ser relevada por la 11 División y, enseguida, desde el 6 de septiembre, por la dos Divisiones internacionales, la 35 y la 45.

En esa situación, el general Rojo escribió al coronel Matallana para que emprendiera una acción contundente en la zona central al objeto de aligerar la presión franquista sobre el Ebro. Sólo prolongando la resistencia, le decía, la República podía demostrar, a nivel internacional, que no estaba derrotada y que merecía ser ayudada. Como respuesta, el Mando del sector central organizó varias acciones que no proporcionaron el efecto esperado. En una de ellas, en septiembre en el sector de Javalambre, participó la 129 BI.

La 35 División frena en seco el avance franquista

Desde finales de agosto la 35 División se había establecido, tras la defensa de Pandols, en el cruce de Camposines, preparada para la siguiente contraofensiva. Así lo testimonió Mateo Merino:

“Lo preveíamos y nos preparamos a conciencia para ello, mientras estábamos de reserva. [Camposines] era su centro neurálgico. Allí confluían dos de las cuatro vías de comunicación que unían el frente con la retaguardia republicana. Las alturas circundantes eran como el esternón del dispositivo republicano en la margen derecha del río. Su posesión abría un camino sin obstáculos naturales hacia los pasos del Ebro. Aquí se librarían los más empeñados combates de toda la batalla… Las tropas divisionarias procedieron a la creación de una potente zona defensiva, organizada en una profundidad de seis a ocho kilómetros, cubriendo en forma de escudo los accesos a la misma… Dos brigadas, la XIII y la XI, guarnecían ahora con carácter permanente las citadas posiciones. Una brigada, la XV, y el batallón de ametralladoras constituían la reserva del mando divisionario. Desde el puesto de comando, situado en la cota 380, dominábamos todo el sector centro del frente contra el cual descargaba el enemigo su cuarta contraofensiva.

«… En la soldadura de ambos Cuerpos [Marroquí y Maestrazgo] actuaban unos doscientos tanques, apoyados por la artillería italiana del CTV (doscientos cuarenta piezas) y toda la aviación de combate, seiscientos aparatos en total. En la mañana del 6 la situación en el sector de Corbera se hizo crítica; las quebrantadas unidades de la 11 División retrocedían bajo la presión enemiga, reorganizándose y ofreciendo resistencia en cada nueva línea del terreno. Al sur de la carretera los fascistas subían ya por las vertientes de la altura 565… Abajo, en el dispositivo del Estado Mayor, a través de potentes altavoces, sonaban los acordes rotundos de la nueva canción (ahora ya imperecedera) El Ejército del Ebro, con su vivo mensaje de indomable y animosa entereza. En este momento llegó a mi observatorio el coronel Modesto…

«Las vanguardias del enemigo avanzaban al norte y sur de la carretera en la dirección Corbera-Venta de Camposines; en la altura 565 no había indicios de la presencia de nuestras tropas. Unos dos kilómetros delante de nuestra posición de vigilancia, en las estribaciones de la sierra de Lavall de la Torre, resistían las unidades de la mencionada División [la 11]”.

La decisión de contraatacar para frenar el avance franquista no se hizo esperar. A las las tres de la tarde Mateo Merino dio la orden de transportar en treinta camiones a los batallones de la XV BI al objeto de chocar con las vanguardias enemigas:

“Bajo la cobertura de la compañía de tanques, prosigue Merino, y del fuego de toda nuestra artillería, los batallones desplegaron a la carrera sobre la marcha y contraatacaron al enemigo en la línea de alturas 368, 362 y 287, rechazándolo a las contrapendientes. Media hora después desembarcaban los otros dos batallones, que, desplegándose al sur de la carretera, ocuparon el espolón un kilómetro al nordeste de la altura 565, restableciendo así la continuidad del frente. Luego de un empeñado combate, las tropas fascistas se vieron también detenidas en este sector… Así, pues, tampoco esta vez logró el adversario efectuar la rotura del frente republicano del Ebro.

…Al día siguiente, 7 de septiembre, las tropas fascistas reanudaron la ofensiva a lo largo de la carretera, con el apoyo masivo de tanques, artillería y aviación. La vanguardia enemiga, con catorce carros de asalto, atacó la altura 287. Batida por el fuego de nuestros tanques, perdió seis ingenios acorazados y retrocedió a las posiciones de partida. En la reconquista de las alturas 368, 362 y 356, a nuestra derecha, se distinguió el batallón Rákosi. Seguidamente el enemigo arremetió contra la cota 424, donde se defendía tenazmente la 9 Brigada y los restos de otras unidades de la 11 División. Sufriendo grandes pérdidas, mantenían la posición agotando sus últimas fuerzas. Al anochecer llegó la orden de operaciones del Ejército del Ebro. Asignaba a la 35 División el sector cota 287 -Vértice Caballs (660)”.

El Puesto de Mando de la 35 División se instaló en la cota 360 de la sierra de Lavall de la Torre. Al día siguiente. Los combates prosiguieron los días 8 al 10 de septiembre pero los franquistas no lograron avanzar.  Tuvieron que paralizar su 4ª contraofensiva  e interrumpir su actividad (salvo la artillera y aérea, que continuaba impenitente) durante nueve días para reponer fuerzas. Este éxito llevó a Modesto a conceder a  la 35 División el galardón del «Distintivo de Madrid» y a sus tres brigadas  la Medalla del Valor. Al jefe de la división, comandante Pedro Mateo Merino, le propuse para el ascenso al grado superior.

El papel jugado en esos combates por la XV BI fue señalado por Alvah Bessie en su Cuaderno de guerra nº 3:

“13 de septiembre: Post-mortem; parece que no hemos contado con la resistencia de nuestros hombres durante los cinco días que estuvieron en esta última acción, la Colina 565. Antes de la acción parecían lo suficientemente desmoralizados como para haber desertado en masa o, al menos, mantener la cabeza baja y retirarse presos del pánico. En vez de eso, opusieron una resistencia realmente magnífica (tal como lo hicieron en la Colina 666 de la Sierra Pandols). Tras unos días de descanso volverán a hablar de los salvoconductos de París, de la repatriación, de sus quejas y de insistir en no volver a filas. Lo cual es un fenómeno, curioso por naturaleza, pero buena prueba de la solidez esencial del antifascismo de estos hombres (refiriéndome a los Internacionales). En general, los chicos españoles también han hecho un buen trabajo, a pesar de la presencia en sus filas muchos individuos débiles. La mayoría son tropas reclutadas pero han resistido mucho”.

En los días siguientes la XIII Brigada relevó a la XV en el flanco derecho de la División, mientras continuaban los trabajos de fortificación.

La 45 División también resiste

El CE del Maestrazgo (mando de García Valiño) atacó en todo el frente de esta División con una sucesión continua de bombardeos aéreos y ataques de infantería. La XII y la XIV BI compitieron en valor. La XIV BI, colocada entre la XII y la XIII BI, aguantó los intensos bombardeos de aquellos días, como también lo hizo la XII BI. Así lo atestiguó Emilio Suardi, comisario de la XII:

“Los Garibaldinos han luchado todos valientemente. Italianos y españoles. Nos habían dicho que resistiéramos. Hemos resistido. Resistiremos. En la lucha entre heroísmo y el proyectil lanzado desde 10,15 km de distancia o desde lo alto del cielo, los Garibaldinos han imitado a los héroes que reconquistaron esta tierra por la libertad, que la defendieron y que la defienden contra el fascismo… Es una lucha implacable, diría que sin descanso. Se combate noche y día, se soportan los más violentos bombardeos de esta guerra, se fortifican nuestras posiciones en los pocos momentos en los que callan los cañones enemigos”… 

Defensa indomable de la 35 División frente a la 5ª contraofensiva

“El 19 de septiembre, escribe Mateo Merino, dio comienzo la quinta contraofensiva, cuyo primer golpetazo cayó sobre el XV Cuerpo. En el frente de las divisiones 3 y 45 se desencadenó un violentísimo combate; no obstante sus frenéticos ataques, al declinar la jornada el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo (reforzado ahora con la 53 División) había sido rechazado en todo el frente. Completando la obra de la artillería facciosa, cuatrocientos aviones dejaron transformadas en áridos calveros las antes boscosas cumbres del Vértice Gaeta y alturas próximas…

“Insistieron con furia el día 20 sin lograr desmontar la defensa republicana, que les ocasionó muchas bajas. Y extendieron sus ataques al sector de la carretera… Después de una preparación artillera y de aviación que duró seis horas… arremetió contra el sector comprendido entre las alturas 496 y 565… En el centro se hallaba la cota 287, posición clave que cerraba el paso por la carretera y el terreno accesible a los tanques al norte de la misma… La defendía el 50 batallón (Adam Mickiewicz) de la XIII Brigada. Los furiosos ataques del enemigo chocaron con la heroica resistencia de los defensores. Dejando dos tanques inutilizados por nuestra artillería anticarro y numerosos cadáveres en los accesos a la cota, los franquistas se replegaron a las posiciones de partida”.

Voluntarios del batallón Dombrowski en el sector de Farriols. Septiembre de 1938

“…Al amanecer del día siguiente, el enemigo continuó la ofensiva al este de las alturas 496 y 477 y a lo largo de la carretera en el sector de la XIII Brigada. Con una intensa preparación artillera hizo volar los campos minados delante de ésta, abriendo camino a sus tanques. Doce de éstos avanzaron por el sur de la carretera, iniciando el ataque, aunque pronto arderían los dos primeros sin alcanzar las trincheras republicanas. Recurrieron entonces a un nuevo machacamiento artillero y aéreo en toda la profundidad de la defensa. Durante dos horas el sector defensivo de la XIII Brigada quedó envuelto en el humo y el polvo de las explosiones de bombas y proyectiles. Al aparecer de nuevo los carros de combate facciosos tropezaron con el fuego organizado de infantes, artilleros y tanquistas republicanos al acecho en emboscada y el ataque no prosperó.

“A partir de este momento y hasta el final de la jornada la aviación ítalo-germano-franquista no dejó el campo de batalla, atacando sin tregua los emplazamientos de la artillería y los accesos a la primera línea. Aviación y artillería (unas doscientas cincuenta piezas) concentraron ahora su poder destructor entre El Molino de Farriols y el camino de Mas de Alvarés, unos setecientos metros de anchura y quinientos de profundidad, contra el 52 batallón (José Palafox)”.

Combatieron con valor los batallones Dombrowsky y Rákosi, rechazando al enemigo, que perdió tres tanques. Otro ataque  con siete tanques contra la cota 287 fue repelido por el batallón Mickiewicz  con la ayuda de los T-26. Prosigue Mateo Merino:

 “…Se esperaba al día siguiente, 22 de septiembre, el nuevo ataque concentrado sobre el eje de la carretera de Corbera a Camposines, por lo que se tomaron todas las medidas para frustrarlo, entre otras reforzar a la XIII Brigada con una compañía de tanques y concentrar en segunda línea a la XV Brigada y una compañía de tanques dispuestos a pasar al contraataque en caso de necesidad.

“…Nada más amanecer… el enemigo inició su preparación artillera, centrando el máximo poder de fuego en la indomable altura 287. Sobre una superficie de apenas medio kilómetro cuadrado se abatió el huracán de pólvora y acero que eran capaces de soltar unas doscientas cincuenta piezas de artillería y morteros. A los pocos minutos se extendía a las posiciones de la XI Brigada, dejando la cota 287 sometida al destructor cañoneo de varios grupos antiaéreos, reforzado con el bombardeo intenso de gran número de morteros. Uno tras otro se sucedían los ataques aéreos, especialmente violentos contra la sierra Lavall de la Torre, donde se apoyaba nuestro flanco izquierdo. Una terrible avalancha de fuego, acero y tierra levantada por las explosiones hizo furor durante toda la jornada en el sector de la carretera, arrasando cuanto hallaba a su paso.

“Sus primeros ataques de infantería los dirigió contra las posiciones de la XI Brigada. Tres veces se lanzó al asalto –después de aparatosos preparativos artilleros– y otras tantas fue rechazado dejando en el campo de batalla cerca de un regimiento entre muertos y heridos…

…“Casi a mediodía, unos cincuenta tanques, en dos grupos, al norte y al sur de la carretera, se lanzaron al ataque de las posiciones de la XIII Brigada. Tras ellos seguían varias columnas de infantería en orden de marcha. Totalmente envuelto en humo y polvo después de una preparación artillera de varias horas, parecía imposible que quedara algo vivo en el sector de la brigada. El enemigo había logrado destruir con su fuego las dos piezas antitanques del 50 batallón que hacían la cobertura anticarro de la altura 287. De las trincheras, nidos y refugios de primera línea apenas quedaban islotes sin arrasar. Las comunicaciones estaban rotas. Los tanques enemigos irrumpieron en la altura, rastrillearon con su fuego las trincheras y salieron a la retaguardia de las posiciones del batallón, donde cayeron bajo el fuego de varios tanques republicanos emplazados en las ondulaciones del terreno. Y los escasos defensores de la posición que aún quedaban vivos abrieron fuego sobre la infantería enemiga que corría al asalto, batiéndola con granadas de mano, y la rechazaron. Tres carros de combate enemigos, incendiados por los tanques propios, quedaron sobre la altura; los demás, aislados de la infantería, retrocedieron a sus líneas.

“Un nuevo machacamiento artillero removió durante una hora, con suma intensidad, lo poco que en la altura quedaba en su sitio. Entre nubes de humo y turbonadas de tierra volaban los cuerpos deshechos. Y el enemigo repitió el asalto a la misma; esta vez sin tanques. Difícil era suponer que aún sobreviviera alguien entre las ruinas de las trincheras y zanjas de comunicación. Mas los escasos supervivientes del 50 batallón [Mickiewitz] se batieron a muerte, exterminando en cuerpo a cuerpo los grupos fascistas que lograron alcanzar la primera línea…

“…El adversario desencadenó un [nuevo] furioso ataque en el sector de la carretera. Tras los tanques fascistas se lanzaron al asalto dos escuadrones de caballería mora, a los que seguía la infantería. A costa de muchas bajas el enemigo ocupó las trincheras destruidas de la primera línea. Casi cercado, con cuarenta y cinco hombres, el jefe del batallón proseguía el combate en las zanjas de comunicación y en la contrapendiente de la altura. Al anochecer se replegó a la vecina cota 281, guarnecida por tropas de la XV Brigada. Casi todos los defensores del disputado centro de resistencia habían perecido heroicamente o resultado heridos, cerrando el camino hacia el corazón de la defensa republicana. Ejemplo sublime, que constituye una de las páginas más gloriosas de toda la batalla… En la orden del Ejército del Ebro (22-IX) se felicitaba a la 35 División por su heroico comportamiento y admirable tenacidad en los combates. Por la noche, reforzada con una batería anticarro y una compañía de tanques, la XV Brigada se hizo cargo de la primera línea relevando a la XIII.

“…Sin cesar prosiguieron el día 23 los encarnizados combates. A las seis de la mañana empezó un intenso bombardeo aéreo-artillero de nuestras posiciones, desde Coll del Coso hasta Lavall de la Torre, que alcanzó su máxima violencia alrededor de las once. Seguidamente, precedidos por doce aviones de asalto y veinte ingenios acorazados, los facciosos se lanzaron al asalto en todo el frente divisionario. Un durísimo combate sostenía la XV Brigada en el flanco derecho, defendiendo la altura 291. Como a las doce, el atacante logró adentrar una cuña en el centro de la división, allí donde enlazaban las dos brigadas de primera línea, por el cauce del río Sec, amenazando dividir nuestro frente en dos partes.

“La enorme superioridad del enemigo en aviación, tanques y artillería excluía la posibilidad de realizar contraataques bien preparados por el fuego y a campo abierto. Decidí pues, escribe Mateo Merino, cerrar la brecha con las reservas de las brigadas de primera línea y desplegar la XIII Brigada en profundidad, creando así una triple línea defensiva con la misión de estrangular toda penetración del adversario hacia el nudo de comunicaciones… La entrada en combate de las reservas de las brigadas detuvo la infiltración enemiga a 300-400 metros de las avanzadillas… El adversario no pudo desarrollar la rotura en profundidad, pero atacó de flanco las otras posiciones avanzadas y logró apoderarse de la primera línea de trincheras en la cota 291 y en las estribaciones norte de la altura 565. A unos quinientos metros los fascistas tropezaron con la segunda trinchera, que no pudieron tomar. Pese a la enorme concentración de tropas y pertrechos bélicos, los franquistas no consiguieron romper la defensa republicana en el sector de la carretera. Todo su avance quedó reducido a la ocupación de la primera línea de trincheras en un frente de dos kilómetros”.

La 45 División siguió resistiendo

La XIV BI y la XII BI aguantaron durante tres días, del 17 al 19, el asalto de centenares de bocas de fuego y de centenares de aviones que  bombardean y ametrallan. Luego tuvieron que hacer frente al ataque de la División Navarra, ataque que recordará Giacomo Calandrone:

“El enemigo intenta romper el frente. Cada colina se convierte en escenario de una lucha furibunda… El enemigo ha emprendido seis veces el ataque sobre las posiciones mantenidas por el tercer batallón, pero no ha conseguido avanzar ni un solo metro. Un poco más hacia el sur, sin embargo, ha conquistado una pequeña colina, arrebatándosela a los pocos garibaldinos del 4º. Pero por la tarde la hemos recuperado… Combatimos durante quince horas. Estamos al límite de nuestras fuerzas”…

Y así continuó la resistencia hasta el 23 de septiembre, como de esta manera lo contó A. Jurcich:

“Desde las posiciones enemigas nos atacan con ametralladoras, no se podía salir de la trinchera, con varios heridos, teníamos muy poca munición todavía, no nos podían suministrar, porque estábamos bajo un fuego tan intenso que anulaba cualquier intento de ayuda. No pasó mucho tiempo hasta que sobre nuestra cota se concentró tal fuego de artillería que todo el terreno a nuestro alrededor, tembló. El ataque decisivo llegó, habíamos dejado que se acercaran lo más cerca posible, y así llegamos a una encarnecida lucha cuerpo a cuerpo…varios de los nuestros vuelven a entrar en nuestras líneas, y contando a todos los supervivientes, éramos trece. Aquel fue el último día, porque por la tarde llegará la orden de que todas las Brigadas Internacionales serán retiradas del frente”.

De los cerca de 2.700 hombres de la Garibaldi que habían entrado en combate a principios de septiembre solo 910 quedaban válidos, entre italianos y españoles. Los otros habían caído en la batalla, muerto en los hospitales de campaña o bien habían resultado gravemente heridos o mutilados. Pero los franquistas no habían logrado pasar.

La retirada del frente de las Unidades Internacionales

 “Los últimos cinco días de lucha, escribe Giles Tremlett, habían sido particularmente sangrientos… Modesto dijo que habían convertido el sitio en ‘un bastión de honor y de gloria’ de todo el ejército republicano. Se había logrado una gran victoria defensiva, ya que la división cedió solo 500 metros de terreno en septiembre, mientras que el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo de Franco perdió 10.000 hombres… Para los voluntarios, las últimas doce horas habían sido especialmente crueles. De los 106 brigadistas británicos que fueron a la batalla, solo regresaron 58. Las pérdidas totales del batallón fueron de 204 hombres sobre 377, mientras que los Lincoln perdieron 247 de 440”.

En la noche del 23 al 24 de septiembre las dos Divisiones internacionales fueron relevadas, siguiendo la orden dada por el Gobierno de la República que disponía la retirada de los voluntarios internacionales. La retirada fue decidida pocos días antes; el 21 de septiembre el presidente Negrín lo había comunicado a la Sociedad de Naciones. Se trataba del último intento de ganar el apoyo de Francia y Gran Bretaña, ese apoyo que, tal vez, fue el principal objetivo de la ofensiva. En ese momento las Brigadas Internacionales estaban compuestas, en su mayoría, por españoles; los voluntarios internacionales habían cumplido su misión y su presencia no podía cambiar la suerte de la guerra que dependía de los refuerzos y del apoyo de las potencias europeas.

Cada brigada internacional fue estacionada en los lugares de donde habían partido: Falset (XI), Marça (XV), Pradell (XIII), Torello XII) y L’Ametlla del Mar (XIV). En los días siguientes se fueron reorganizando las brigadas, ya desprendidas de los voluntarios internacionales, para que los mandos españoles se hicieran cargo de las mismas, ahora como brigadas mixtas españolas, pero conservando su numeración.

Mientras tanto, los brigadistas tenían que asistir a la última puñalada a la República dada por los gobiernos británico y francés. El 29 de septiembre, en la conferencia de Múnich, Chamberlain y Daladier firmaron con Hitler y Mussolini el acuerdo por el que se sacrificaba la integridad territorial de Checoslovaquia y por el que, tácitamente, se concedía a los dictadores la consecución de sus objetivos militares en España.

El último combate de la 129 BI

Ya se ha visto anteriormente que el general Rojo pedía insistentemente que en la zona centro republicana el Mando militar lanzara ataques contundentes para aliviar la presión franquista en el Ebro. El mando del Ejército de Levante decidió operar primero en Extremadura, donde se lanzaron sendas ofensivas en agosto y en septiembre de 1938 y luego en Teruel.

Para la segunda quincena de septiembre se planeó una operación con 5 Divisiones que tenían el objetivo de cortar la carretera de Teruel a Segorbe. El ataque se inició el 18 de septiembre y logró sorprender al CE del Turia, llegando hasta las inmediaciones del ferrocarril y la carretera. El avance se frenó al chocar con mayor resistencia organizada. El 21 el enemigo contraatacó con la División italiana 23 de Marzo y la V División Navarra, dando lugar a intensos combates. El 24 las Divisiones republicanas lanzaron un nuevo ataque en dirección a Manzanera. Su fracaso llevó al XVI CE a clausurar el ataque al día siguiente.

Ataque de septiembre en el frente del Javalambre, en la línea republicana XYZ

La 129 Brigada internacional, integrada en la 39 División del XVI CE (jefe Miguel Palacios), había sido recientemente reforzada por 800 reclutas procedentes de los servicios auxiliares de retaguardia. En el ataque iban a participar batallones Dimitrov y Masaryk, cuyos voluntarios checoslovacos estaban atentos a las amenazas de Hitler. Vacek Komar, jefe de la 129, se dirigió a la brigada antes de entrar en combate: “Me dirijo especialmente a vosotros, voluntarios checoslovacos, para que en estos momentos que vuestra patria está en peligro penséis que el enemigo que amenaza vuestra tierra está ante vosotros. Golpead a los fascistas aquí en las montañas de Levante como si éstas fueran las montañas de vuestra zona fronteriza”.

En la madrugada del 18 de septiembre, los  batallones internacionales  tomaron el Alto del Buitre y llegaron a la Muela de Sarrión y las proximidades de la carretera de Teruel a Sagunto, pero fueron parados. La ayuda a los «hermanos del Ebro» fracasó.

La 129 BI fue retirada del frente a finales de septiembre y sus unidades fueron concentradas en Torrijas, a la espera de trasladarse a Valencia, lo que hicieron a principios de octubre.

Comisión Histórica de la AABI