Grieg Verano español

Nordahl Grieg. Un escritor noruego antifascista en la guerra de España

Este escritor noruego –poeta, novelista, dramaturgo, periodista y activista político– nació en Bergen en 1902.Estudió en la Universidad de Oslo y viajó por todo el mundo, como marinero y turista. Su primer libro de poesíaOmkring Kap det gode Haab (Alrededor de Cabo la Buena Esperanza) se basó en sus experiencias de navegación marítima y provocó algunas controversias al denunciar las duras condiciones de vida y trabajo de los marineros. Insistiría en esas mismas críticas en otras ocasiones, como en la obra de teatro Vår ære og vår makt (Nuestro honor y nuestro poder).

En 1927 marchó a China como corresponsal de prensa y allí dio testimonio de la guerra civil entre el Kuomintang y los comunistas. A su vuelta, en 1929, publicó un nuevo libro de poesía Norge i våre hjerter (Noruega en nuestro corazón) en el que expresó un profundo amor por su país y por su pueblo, sobre todo por los sectores que sufrían las duras condiciones de aquellos años. Esta actitud le llevó a unirse al Partido Comunista de Noruega.

Vivió en la Unión Soviética entre 1933 y 1935, invitado a estudiar las técnicas de cine y teatro.Al regresar se convirtió en el presidente de los Amigos de la Unión Soviética y defendió las políticas de Joseph Stalin. Al año siguiente, a la vista del auge del fascismo, trató de convocar a la lucha con un poema que ha simbolizado la resistencia frente al mismo: Til ungdommen (A la Juventud), del que hablaremos más tarde.

En 1937 Grieg marchó como corresponsal de guerra a España, donde ya se encontraban trabajando varias periodistas: la noruega Gerda Grepp,[1] la noruego-danesa Lise Lindbæk [2] y la sueca Kajsa Rothman.[3]

Grieg participó en el II Congreso de Escritores en Defensa de la Cultura que tuvo lugar en Valencia, Madrid, Barcelona y París entre los días 4 y 17 de julio de 1937. Aquí un resumen realizado por el cineasta soviético Roman Karmen. Entre los muchos fotógrafos que plasmaron en imágenes los actos y protagonistas de esos días destacan Gerda Taro y Walter Reuter. En esta foto de Reuter aparecen algunos escritores junto a otros brigadistas.

De izq a der: Theodor Balk (yugoslavo, médico de la XIV BI), E. E. Kisch (escritor checo), Ludwig Renn (escritor alemán y Jefe de Estado Mayor de la XI BI), Erich Weinert (poeta alemán y brigadista), Bodo Uhse (escritor alemán y brigadista), Willy Bredel (escritor alemán y brigadista), Nordahl Grieg (escritor noruego). II Congreso de Escritores para la defensa de la Cultura. Valencia, julio 1937. Walter Reuter. Fondo Guillermo Fernández Zúñiga.

Verano español

Grieg narró sus experiencias en España en el libro Spansk sommer (Verano español). En él cuenta su viaje a París, Valencia y Madrid para participar en el Congreso al que había sido invitado. Pero sobre todo le interesó contactar con los voluntarios escandinavos que estaban luchando en Brunete. Fue una tarea titánica ya que tuvo que luchar contra la recomendación general de no acercarse al frente y contra las pegas que Ludwig Renn le puso para acercarse a la primera línea. Grieg era tozudo y llegó a compartir horas de trinchera con sus compatriotas y luego, cuando acabó la batalla, momentos de descanso.

Él lo cuenta en un pequeño libro de 132 páginas, repletas de agudas observaciones y vibrante palpitación humana. Lo podemos leer en la edición preparada por Aku Estevaranz. Aquí ahora, vamos a ceder la palabra a Ludwig Renn, jefe de Estado Mayor de la XI BI, quien, en su libro La guerra civil española, relata el encuentro con Grieg en los últimos días de la batalla de Brunete:

El 24 de julio [de 1937] el fuego de artillería comenzó temprano, aunque no iba fundamentalmente dirigido contra nosotros, sino más hacia la izquierda, a la División Líster. ¿Se trataba de la preparación para una ofensiva fascista? Una media hora más tarde, a las 6:30, pasaron montones de aviones zumbando y bombardearon un poco más adelante de donde estábamos. Otras escuadrillas nos sobrevolaron y lanzaron sus bombas detrás.

Durante la noche, la 69 Brigada se había establecido a nuestra derecha, ya que la División Durán relevó a la División de El Campesino. A las 08:00 nuestro flanco derecho informó:

–El batallón de la 69 Brigada situado inmediatamente a nuestra derecha se bate en retirada.

Situé a una compañía para tapar el hueco y defender el flanco. Llegaron noticias tranquilizadoras del batallón Beimler, pero no pude hacerme una idea clara del panorama. Desde donde estaba no podía ver nada. Parecía como si el batallón se hubiera retirado, así que ordené al batallón Edgar André que atacara. Más tarde resultó que los fascistas que estaban delante, al fondo, habían penetrado en nuestras trincheras, aunque sólo en una extensión mínima. El contraataque del Edgar André los volvió a empujar hacia atrás. Se hicieron quince prisioneros y un botín de treinta fusiles y una ametralladora pesada… Más tarde me enteré de que la situación había marchado básicamente bien para la Durán, aunque no así para Líster, que había recibido todo el peso de la embestida. Más a la izquierda, ya en posiciones de otro cuerpo de ejército, parecían estar produciéndose intensos combates.

A mediodía nos quedó claro que los fascistas habían lanzado una contraofensiva a lo largo de todo el frente con numerosas fuerzas. El escribiente de la brigada, sudando a chorros por culpa del calor descomunal, se presentó diciendo que resultaba muy comprometido avanzar por la carretera principal porque, además de los bombarderos, los cazas fascistas la sobrevolaban disparando ráfagas de ametralladora contra los camiones. Mientras estaba hablando con él reparé en unos individuos que venían de retaguardia. Uno era un civil corpulento que llevaba un sombrero en la mano. Creí reconocerlo al instante: ¿no era Nordahl Grieg, el noruego? Justo en ese momento, se escucharon los zumbidos de los motores. Llegaba una escuadrilla de bombarderos. Salí corriendo hacia ellos. En efecto, era Nordahl Grieg.

–¡Rápido, a ese hoyo!, grité.

Yo también salté a la pequeña trinchera. Vi las bombas oscilar por encima de nosotros. Después se precipitaron veloces hacia abajo y detonaron con un estruendo enorme. Las nubes formadas por la explosión se extendieron más allá de donde estábamos. Cuando comprobé que ya no caían más bombas y que los aviones se daban la vuelta, miré alrededor. Sólo había polvo y humo. Luego comenzó a moverse algo. La cabeza de Nordahl Grieg asomó con precaución del agujero donde se había arrojado. Se quedó mirando atónito. Yo estaba feliz de que no le hubiera ocurrido nada y me acerqué a él.

–¿Qué has venido a buscar? ¡Aquí se combate de verdad!

–Quería visitar a mis camaradas noruegos.

–Están en las trincheras delanteras. No te permito ir allí porque es muy peligroso. Y, como has podido comprobar, hoy éste no es un buen lugar para miembros del Congreso de Escritores.

–¿Entonces no puedo ir más hacia delante?, preguntó riendo.

–No, pero tampoco deberías regresar ahora porque la carretera está muy peligrosa. A la caída de la tarde, haré que te lleven a El Escorial en un vehículo del Estado Mayor. Allí tenemos una casa.

Nordal Grieg, Gerda Grepp y Ludwig Renn en Brunete (Foto Bundes Archiv)

…A las 16:00 escuché un potente fuego de infantería y mandé preguntar al batallón Thälmann de dónde venía. Antes de recibir respuesta, me enteré de que las tropas de Líster que estaban frente a Brunete reculaban. El fuego de artillería sobre el pueblo se intensificaba por momentos. Llegaron enjambres de Junkers, que parecieron lanzar su carga de bombas contra Líster. La 108 Brigada, justo a nuestra izquierda, debía de haber temblado. El fragor del combate continuó. Supuse que la situación no era peligrosa en exceso ya que no era probable que retrocediera una tropa que disparaba con energía.

A las 18:30 un enorme rugido me hizo mirar hacia arriba. Una escuadrilla de bombarderos venía hacia nosotros, estaba bastante cerca. Corrí hacia una pequeña trinchera y vi que otros hacían lo propio. Inmediatamente, empezaron a silbar las bombas. Tumbado boca arriba en la trinchera angosta conté los aviones. Eran dieciocho. Se desató un estruendo verdaderamente ensordecedor. La arena y las chinas me cubrieron el rostro por completo y tuve que limpiarme los ojos con el brazo para poder ver si ya había acabado el bombardeo. Esta vez sí que nos habían atizado; todo alrededor estaba lleno de cráteres.

…En eso, se me vino a la cabeza Nordahl Grieg. ¿Dónde estaría? Miré alrededor y me puse a preguntar por él. Nadie lo había visto. Me invadió la angustia. Me había llegado a impresionar en los pocos días que habíamos tenido para conocernos. Era uno de los grandes talentos del Congreso de Escritores y seguramente uno de los más insignes de Noruega. Como no lo encontrábamos, me dirigí abatido a mi punto de observación. En esos momentos reinaba la calma.

Antonio trajo un papel de la división. Era un documento que decía en alemán: “El general Walter desea expresar sus felicitaciones por la adecuada y sensata dirección de la XI Brigada”. Yo estaba tan preocupado por Grieg que le tendí el papel de vuelta sin haberle expresado mis agradecimientos. Él permaneció allí de pie aguardando, como era su deber. Cuando volví en mí, cogí el papel, forcé una sonrisa y lo envié de nuevo con el mensajero.

Al atardecer los combates cesaron. La situación a nuestra izquierda no estaba clara, pero era bastante probable que los fascistas no volvieran a atacar por ese día ya que seguramente habrían tenido muchas bajas como consecuencia de la resistencia de la División Líster. Nos sentamos a comer en torno a una lámpara de carburo. Entonces, llegó el traductor gritando:

–¡Ha aparecido Nordahl Grieg! ¡Está sano y salvo!

–¿Dónde está?

– Le ha pedido a un mensajero que lo llevaran hasta donde están los noruegos.

–¡Pero va a tener que dormir en el suelo!

–Ha dicho que nada mejor que estar con sus camaradas.

¡Así era el bueno de Nordahl Grieg!

De vuelta a su país, Grieg publicó inmediatamente su Verano Español y, al año siguiente, una nueva novela: El mundo tiene que ser joven. El estallido en 1939 de la Segunda Guerra Mundial fue un momento grave para el escritor, a quien no le había satisfecho el Pacto Molotov-Ribbentrop entre la Unión Soviética y la Alemania nazi. Su secuela fue aún peor, ya que la URSS dio la consigna de no implicarse en una guerra considerada imperialista. Grieg decidió servir en el ejército noruego y en 1940, cuando se produjo la invasión nazi de Noruega, luchó en la campaña de resistencia hasta que se impuso el poderío alemán. Grieg se retiró entonces al Reino Unido, desde el cual sirvió al gobierno noruego en el exilio y participó en la emisión de programas de radio patrióticos. Trabajó como corresponsal de guerra y visitó las unidades noruegas que combatían en diversos frentes.

En la noche del 2 al 3 de diciembre de 1943, Grieg se embarcó en uno de los aviones que participaban en un ataque aéreo a Berlín. En ese ataque la defensa antiaérea nazi abatió 5 aviones aliados. Uno de ellos fue el Lancaster en el que volaba Grieg.

El poema Til ungdommen (A la juventud)

En 1936 Grieg escribió una de sus obras más conocidas, el poema Til ungdommen, poco apreciado al principio, pero que en el contexto de la guerra antinazi se convirtió en símbolo de resistencia. El compositor danés Otto Mortensen le puso música en 1952 y, desde entonces, ha sido interpretado con frecuencia en actos oficiales, así como en reuniones privadas e incluso religiosas. Esta es una de las últimas versiones en la voz de Sissel Kyrkjebø https://www.youtube.com/watch?v=y-xv56p4AlI

Convertido en un héroe y símbolo de la resistencia en Noruega, Grieg, con su poesía antifascista, se convirtió en un personaje popular, olvidadas ya las polémicas anteriores a la guerra.

A la juventud

Rodeado de enemigos
¡ha llegado el momento!
Entre tormentas de sangre
prepárate a resistir.
Tal vez te digas,
Angustiado e indefenso:
¿con qué voy a luchar?
¿cuáles son mis armas?
Aquí están tu espada y tu escudo
contra la violencia:
la fe en la vida
y en la dignidad humana.
Para ganar el futuro
defiéndelas, sálvalas.
Arriesga tu vida,
pero hazla más fuerte.
Las bombas estallan
y la muerte se lleva
cuanto amas y crees.
¡Deténlas con tu alma!
Hay que crear la paz.
La guerra niega la vida.
Luchemos con fuerza contra ella.
!La muerte será vencida!
Ama y enriquece con sueños
todo lo que fue grande.
Ve a lo desconocido
y arranca las respuestas.
Centrales por construir
estrellas desconocidas…
¡Créalas con la mente audaz
de las vidas salvadas!
La humanidad es noble,
la tierra es rica.
Si queda dolor y hambre,
se debe al engaño.
¡Aplástalo en nombre de la vida!
La injusticia será vencida.
El sol, el pan y el espíritu
son de todos.
Tiraremos al suelo
las armas, ya desactivadas.
Y creando la dignidad humana
crearemos la paz.
Los que con su brazo derecho
llevan una carga
preciosa e inalienable
no pueden matar.
Esta es nuestra promesa
de hermano a hermano:
llevar el bien a la tierra
en que habitan los humanos.
¡Cuidaremos la belleza y la ternura
como cuando llevamos con cuidado
un niño en nuestros brazos!

 

NOTAS

[1] Gerda Grepp: (1907-1940) fue un traductora y periodista noruega. Desde 1936 cubrió la guerra de España como reportera del periódico del Laborismo Arbeiderbladet.  Viajó por todos los frentes y fue muy apreciada por su entrega y profesionalidad. Entre otros, conoció a Ludwig Renn y Malraux y sirvió como intérprete para otros noruegos. Además, junto con la corresponsal noruego-danesa Nini Gleditsch, organizó la corriente de ayuda noruega a España, basada en los sindicatos. Afectada por la tuberculosis, tuvo que regresar a Noruega y ver su país ocupado por Alemania en abril de 1940. Pocos meses después murió.

[2] Lise Lindbæk:(1905-1961) esta periodista y escritora nació en Copenhague, pero se mudó a Noruega en 1920. Desde 1924 Lindbæk trabajó como corresponsal en Italia para los periódicos de Oslo.Se casó con el editor de periódicos Sanfrid Neander-Nilsson en 1927, y su hija Janka nació en 1929. De 1934 a 1939 vivió con el médico Max Hodann, exiliado de la Alemania nazi y que luego trabajó en el servicio sanitario de las Brigadas Internacionales. Cubrió la guerra de España para el periódicoDagbladet y siguió las andanzas de la XI BI, fruto de las cuales fue su libro El batallón Thälmann, publicado en Oslo en 1938 y aún sin traducir al español. Al acabar la guerra Lindbæk trabajó para mejorar las condiciones de los niños refugiados españoles en Francia. Tras la ocupación nazi, pudo pasar a Argelia y Marruecos y, finalmente a los Estados Unidos, donde trabajó para la revista Nordisk Tidende. Al final de la guerra, volvió a Noruega y trabajó hasta 1949 como periodista para las Naciones Unidas. Luego estuvo como reportera en las dos Alemanias, hasta su suicidio en Kiel en 1961.

[3] Kajsa Rothman: (1903-1969) al estallar la guerra de España, trabajó como enfermera en convoyes de heridos desde el frente. Escribió crónicas para el Karlstad-tidningen (Diario de Karlstad) y participó en las retransmisiones suecas de Radio Madrid. También trabajó en el Instituto canadiense de transfusión de sangre creado por el Dr. Norman Bethune. Cuando Grieg llegó a España en el verano de 1937, Kajsa estaba trabajando en la Oficina de Censura de Prensa del Gobierno republicano. Colaboró con la Ayuda Sueca a España participando en la creación de hogares de niños financiados desde Suecia. En 1938, Kajsa realizó una gira por Suecia dando conferencias sobre la situación en España en un esfuerzo por potenciar el trabajo de solidaridad. Por su iniciativa se creó un fondo especial denominado Kajsas mjolkfond que se destinó a la compra de leche para bebés en España. Regresó a España y al final de la guerra pasó a Francia de donde se trasladó a México. Allí vivió hasta su muerte con 66 años.