Salvador
Ayer, 21 de febrero de 2021, falleció Salvador Bofarull a las 22h en el hospital de la Princesa. Llevaba varios años padeciendo una seria dolencia cardíaca que le había obligado a hospitalizarse en dos ocasiones en los años anteriores, la última en 2019. Pero su corazón no pudo con la tercera.
Era Salvador un hombre de gran corazón. Había nacido en Barcelona en 1925. A lo largo de su vida desarrolló un fino sentido del humor que plasmó en una especie de “memorias” a las que llamó Caleidoscopio de recuerdos. Incluimos, como ejemplo, algunos de ellos:
Nace Salvador, único hijo de una familia de clase media. Como es lógico, no lo recuerdo. Según la costumbre de la época, los partos tenían lugar en el propio domicilio, con la ayuda de una comadrona o partera y, sólo se llamaba al médico si surgían complicaciones.
A los seis años Salvador es testigo de la llegada de la II República el 14 de abril de 1931:
Mi padre regresa emocionado del trabajo, exclamando: ¡La República! ¡Por fin tenemos la República! Enseguida nos ponemos en marcha, bajando a la Gran Vía y siguiendo hasta la Plaza Universidad, Calle Pelayo, Rambla, Calle Fernando (hoy Ferrán) desembocando en la Plaça de Sant Jaume. Una verdadera riada humana. Una experiencia inolvidable. Muchísimas banderas catalanas y republicanas. En la calle Pelayo los coches apenas podían circular, pues el gentío había invadido la calzada… En la plaza, parecíamos sardinas en lata. Regresamos de noche a casa, a pie, cansados pero felices. Alfonso XIII era despreciado en Cataluña, por la izquierda al representar un régimen impopular y por la derecha puritana por su vida licenciosa.
A los once años se convirtió en testigo atónito de la sublevación fascista abortada por las milicias populares y sectores de la Guardia Civil y de la Guardia de Asalto que se mantuvieron leales a la República. Luego siguió la larga guerra de resistencia contra el fascismo. A Salvador le tocó vivir “las largas vacaciones del 36” y sufrir los bombardeos crecientes de la ciudad, hasta que la barbarie fascista entró en la ciudad e impuso el terror total.
Barcelona. Años 40. Paseo de Gracia cerca del cruce con Gran Vía. Media mañana de un hermoso día primaveral. Por la acera central, procedentes de Plaza de Cataluña, sube un grupo de 20 ó 30 muchachos en uniforme de Falange, en formación y encabezados por tres abanderados con las banderas del régimen. Tres o cuatro muchachas, también uniformadas, les escoltan fuera de la formación. Es un espectáculo bastante habitual. Los transeúntes tienen que detenerse y hacer el saludo fascista al paso de la comitiva. Me escaqueo en un portal. Desde allí, veo cómo un señor de avanzada edad, elegantemente vestido y con sombrero, sigue su marcha sin prestar atención. Velozmente, una de las muchachas de la escolta arremete contra él, le arranca el sombrero, lo tira al suelo y le propina una sonora bofetada.
En 1944 Salvador marchó a Madrid a estudiar la recién creada carrera de Económicas.
Terminé el último curso en 1949. Fui designado Profesor Adjunto, coloquialmente Auxiliar… La Universidad estaba por entonces fuertemente infiltrada por el Opus Dei. No pude rechazar ocasionales ofrecimientos para visitar alguno de sus “centros”. Todos ellos, lujosamente amueblados, estilo clásico. En una ocasión en su centro de Diego de León, cerca de Serrano, había una pequeña tertulia. Un estudiante, elegantemente vestido, esgrimía un libro y lanzaba entusiastas exclamaciones: ¡Definitivo! ¡Definitivo! ¡Después de esto, ya está todo dicho en política! Observé el libro con curiosidad. Era la última obra de Oswald Mosley, el jefe del partido fascista británico.
Londres, 1950. Me matriculo en un curso de verano de la London School of Economics y me alojo en una residencia universitaria de Cartwright Gardens. Muchos estudiantes extranjeros pero también ingleses. En una tertulia con estudiantes inglesas, decididas sufragistas, éstas me preguntan: ¿Tienen las mujeres en España los mismos derechos electorales que los hombres? Les contesté afirmativamente. Se mostraron muy incrédulas. ¿Quiere decir que con un régimen fascista y machista como el de España, las mujeres tienen el mismo derecho al voto que los hombres? Insistí: ¡Exactamente el mismo, ni hombres ni mujeres tenemos derecho al voto!
Salvador hizo diferentes cursos de postgrado en Londres y en las Universidades de Chicago y Siracusa (EEUU). Consiguió también una beca en el Instituto de Estudios Sociales en La Haya. Seguía trabajando como profesor adjunto en la Facultad de Económica de Madrid y dedicaba parte de su tiempo libre a la filatelia, uno de sus aficiones en los que ha conseguido un renombre internacional.
A partir de 1962 se convirtió en funcionario internacional en el Ministerio de Planificación y Desarrollo y en años posteriores pasó a trabajar en el ámbito de la cooperación internacional en diversas agencias de las Naciones Unidas.
Trípoli. Libia, 1962. Trabajo de funcionario internacional en el Ministerio de Planificación. El Ministro español de Comercio, Sr. Ullastres, visita la capital. Le acompaña una pléyade de jóvenes ayudantes, miembros del Opus Dei. Uno de ellos me pregunta sobre los españoles en Libia. Le cuento que la mayoría son médicos. ¿Harán una gran labor, supongo? Contesto: Efectivamente, ya que la situación sanitaria era muy deficitaria. Me contesta: No, no me refiero a esto. ¿Se han logrado muchas conversiones? Me detengo a pensar un momento y contesto: Bueno, no muchas, hasta ahora tres médicos españoles se han convertido al Islam.
Viajó por todo el mundo (más de 60 países); era un gran cosmopolita, pero no solo. Su sensibilidad humana llevó a Salvador a interesarse por las tragedias que viven los países pobres y a valorar el ejemplo de solidaridad internacional que dieron las Brigadas Internacionales. Fue también un gran internacionalista.
En 1995 fue uno de los fundadores la AABI, involucrándose de entonces en todas las actividades que se hicieron en 1996 y en años siguientes. Pero, aparte de su buen ánimo de trabajo y de compañerismo, Salvador aportó su gran conocimiento de lenguas varias para trabajar sobre los Brigadistas de lugares menos conocidos: chinos, cubanos, árabes… Así mismo publicó más de un centenar de artículos, tres libros sobre filatelia y otro sobre Los Demonios.
Cuando George Bush decidió, de acuerdo con países aliados como Gran Bretaña y España, lanzar la terrorista operación de castigo contra el Irak de Sadam Hussein en 2004, un clamor popular de NO A LA GUERRA sacudió las calles de todo el mundo. Salvador fue entonces uno de los voluntarios que formó parte de los Escudos Humanos que en Bagdad intentaron disuadir la anunciada agresión norteamericana y que, en cualquier caso, supusieron un gran gesto antibelicista y de solidaridad.
Madrid, 20 junio 2007. Ayer me operaron de cataratas. El médico me recomienda reposo y quedarme en casa, pero me interesa asistir a un acto cultural y me autoriza, pero sin conducir. Llamo a Radio-Taxi y me recogen puntualmente. El taxista, de aspecto fuertemente rural, gafas de culo de vaso y de complexión esquelética, parece el hermano gemelo de Matusalén. Discretamente le pregunto su edad y era unos 20 años más joven que yo. Hablaba un castellano horrendo con fuerte acento andaluz. Al pasar por Cibeles, la plaza estaba engalanada con banderas españolas y otras de color verde. Como veía muy borroso le pregunté si las banderas verdes llevaban una espada horizontal en el centro. Me dijo que sí. Entonces son de Arabia Saudí, afirmé. Replicó el taxista con aire de indignación: ¡Otra ves ezoz moroz vieen a peír dinero y zomoz tan tontoz que hamoz a dáhzelo! Le dije que los de Arabia Saudí estaban podriditos de dinero y no necesitaban pedir a nadie. Naturalmente, no me creyó.
Pudimos disfrutar muchos años del compañerismo, sabiduría y el buen humor de Salvador. En 2014 le hicimos un pequeño homenaje durante una comida fraternal en un restaurante de Madrid. Un año más tarde la revista Carta de España, del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, le hizo esta entrevista.
A pesar de sus cada vez más frecuentes achaques Salvador no dejaba de dar charlas y asistir a actos conmemorativos de las Brigadas Internacionales en Madrid o en Huesca. Allí fuimos en junio de 2017 para rendir homenaje al general Lukács (el escritor húngaro Máté Zalka), muerto en el Estrecho Quinto un día antes del comienzo de la ofensiva republicana sobre Huesca.
Fue uno de sus últimos viajes fuera de Madrid, ya que la salud le estaba comenzando a pasar una dura factura. Volvió a recaer en 2019 y salió adelante, gracias a su voluntad de vivir y al “seny” que le ayudaba a conllevar con humor cualquier adversidad. Finalmente, y pese a la delicada ayuda de Janeth, su cuidadora peruana, su corazón se quebró y nos dejó;
dejó este mundo que él contribuyó a hacer mejor con su coraje y bonhomía.
Fue un privilegio conocer a Salvador. Una gran persona, un caballero con un humor infatigable y elegante. Gracias por todas tus contribuciones y por el ejemplo que nos has dado. Te echaremos mucho de menos.
Qué dolorosa noticia, encima en este tiempo de pandemia con todas sus lamentables servidumbres, especialmente ese distanciamiento que hace embargo de nuestra afectividad. Conocer a Salvador, disfrutar, además de sus múltiples y fundados saberes , de su cordialidad y cercanía, en una palabra de su bonhomía, ha sido para mi un privilegio. Su gratísima memoria me acompañará siempre. Gracias por tantas cosas, Salvador. Y, siquiera en esta ocasión, permíteme emplear esa partícula que, cara a terceros, tanto mereces, Don Salvador Bofarull .
Gran persona, mejor amigo, luchador de mil frentes. Socio de AMAL desde 2008. Le echaremos mucho de menos